Las tres activistas protestan desde la tribuna del Congreso contra la reforma del aborto. :: JAIME GARCÍA
ESPAÑA

El primer topless del Congreso

Tres activistas de Femen exigen a pecho descubierto en el Parlamento que no se reforme la ley del aborto

MADRID. Actualizado: Guardar
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Faltaban segundos para las 9.20 de la mañana y Alberto Ruiz-Gallardón respondía en el Congreso a una pregunta de la diputada de UPyD Irene Lozano sobre la reforma de la ley del aborto cuando estalló un griterío en la tribuna de visitantes. Tres activistas de Femen se despojaban de sus camisetas y a voz en grito proclamaban que el «aborto es sagrado», frase que también llevaban en el torso.

Cundió el silencio y la sorpresa entre sus señorías. Una joven rubia se aferró con fuerza a una de las columnas; otra se sentó en la barandilla con las piernas colgando sobre las cabezas de los diputados del PP; y la tercera se agarró a la balaustrada. El presidente del Congreso, Jesús Posada, ordenó, pasmado, a los ujieres y policías que desalojaran a las activistas, pero «procedan con cuidado», reclamó. Luego explicaría que «lo que temía sobre todo es que hubiera una desgracia» y alguien cayera al patio de escaños. Nadie se precipitó al vacío, pero en el forcejeo cayó una zapatilla al sillón del popular Miguel Ángel Cortés sin causar daños.

Aplausos y abucheos

La disputa duró en torno al minuto, y las tres demostraron tener fuerza para no dejarse reducir con facilidad. Cuando fueron desalojadas, algunos diputados del PP gritaron «fuera, fuera» mientras otros de IU aplaudían. La popular Beatriz Escudero habló de «acto de fanatismo» y su compañera Ana Vázquez tachó de «repugnante» la protesta «con los pechos al aire»; su correligionario Rafael Hernando comentó que fue algo «muy poco procedente». El ministro recuperó sus papeles y siguió con su respuesta, pero antes lamentó haber escuchado «un grito tan imposible como que el aborto es sagrado».

El portavoz de IU, Cayo Lara, se quejó de que desde el PP reprocharan sus aplausos cuando en el Congreso «se aplaude decisiones que hacen daño a la gente», en alusión a las ovaciones del grupo popular a los recortes del Gobierno. Los socialistas no compartieron las formas pero sí el fondo de la protesta.

Las tres activistas del grupo fundado en Ucrania en defensa del feminismo, una de ellas era la líder del movimiento en España, Lara Alcázar, y las otras dos, francesa y ucraniana, fueron llevadas, una vez que se pusieron la ropa, a una comisaría. Alcázar quedó en libertad con la obligación de presentarse ante el juez. Las dos extranjeras fueron trasladadas a un juzgado para prestar declaración y quedaron también libres aunque tendrán que pagar unamulta por un delito de perturbación leve de las sesiones del Congreso. Las tres entraron sin invitación de ningún partido y formaron parte del público que acude a cada pleno.