Apuntes

La herencia gaditana de Susana

El nuevo Gobierno autonómico, si vale ese adjetivo, hereda el compromiso de reactivar la moribunda industria de la Bahía y un puñado de proyectos en punto muerto

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Desde ayer, la Junta de Andalucía tiene un presidente en funciones. Lo que no quiere decir que funcione, ni que antes funcionase. Quiere decir, según la terminología administrativa, que su paso por el cargo es provisional y tiene fecha concreta de caducidad. El equipo de Gobierno que le sucederá será técnicamente nuevo, aunque no merezca ese adjetivo por estar liderado por la vicepresidenta del actual. Se destaca que es joven y mujer pero dos rasgos involuntarios resultan poca garantía de acción política. Sería mejor pensar que tiene ideas mejores, nuevas y efectivas, al margen de su género y año de nacimiento.

Esa primera presidenta heredará todas las gestiones pendientes de la Junta de Andalucía en Cádiz. Que vienen a ser todas. Especialmente grave es el desmantelamiento del sector industrial. Susana Díaz, la presidenta 'in pectore', se ha presentado como solución al enquistado abandono de los trabajadores de Delphi (a los que la Junta prometió la recolocación con fines claramente electoralistas), la resolución del embrollo de Las Aletas que sigue lastrado por los errores burocráticos denunciados por los ecologistas y la falta de carga de trabajo en los astilleros gaditanos, el último bastión que resiste el desmantelamiento industrial de la comarca.

A esta herencia envenenada, que la socialista ha usado para hacerse campaña y ahora tiene la responsabilidad de poner en orden todo lo que vendía, se suma la capital gaditana. El catálogo de proyectos muertos llega desde Puntales a La Caleta, del hospital nuevo que nunca será hasta la Escuela de Náutica, del Olivillo a Tiempo Libre, de la Ciudad de la Justicia a la estación de autobuses. Trabajo, en Cádiz, tiene.