La imagen corresponde a la presentación en marzo de las jornadas sobre transparencia democrática, que han servido de plataforma a Susana Díaz. :: EFE
ANDALUCÍA

Griñán se prepara para pasar página

La confirmación de Susana Díaz como sucesora inaugura una etapa nueva en la Junta con varias incógnitas, la primera, la fecha del relevo

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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«Un político no tiene por qué contar sus estrategias». Así respondía José Antonio Griñán a un periodista en Huelva este viernes ante las que a partir de ahora serán preguntas recurrentes al presidente de la Junta de Andalucía: ¿Piensa agotar la legislatura? ¿Convocará elecciones anticipadas? ¿Cuándo dimitirá para dejar a Susana Díaz como presidenta? Las respuestas forman parte de un guión que, como en la famosa serie 'Lost' ('Perdidos'), ni siquiera los actores que van a interpretarlo lo conocerán hasta horas antes. Es lo que pasó cuando Griñán anunció el pasado 26 de junio, en el debate de la Comunidad, que no volvería a ser candidato a la Junta. Solo tres o cuatro personas de su entorno, entre ellas Mario Jiménez y Máximo Díaz, conocieron con tiempo sus pretensiones. Ahora igual.

Susana Díaz ha confesado que se quedó «estupefacta» cuando se lo comunicó. No aclara cuándo, como tampoco Jiménez, pero está comprobado que al menos dos meses antes ambos intensificaron su agenda institucional y de partido por toda Andalucía. Preparaban el terreno para una operación que a la luz del resultado de las primarias: una sola candidata, Díaz, avalada por la mitad de la militancia, ha resultado un éxito para sus cálculos. Griñán se ha vuelto a revelar como un estratega certero, como cuando apostó por separar las elecciones autonómicas de las generales.

Ahora bien, la confirmación de Susana Díaz como candidata, es decir como sucesora de Griñán, cambia el escenario político y abre una etapa en Andalucía, solo un año después de las elecciones, con varios interrogantes. El primero, la fecha del relevo. Entre las variadas razones de su decisión, la que cobra más sentido pese a todo es la de los motivos personales. Griñán, 67 años, quiere irse a casa, a estar con la familia, a disfrutar de su música, sus libros, sus cines y sus amigos. Todos los cercanos coinciden en que si por él fuera se iría ya, pero hay otros factores que condicionan.

Por ahora Griñán dice que agotará la legislatura como presidente y que cuando se vaya «cerraré la puerta» y no se quedará «entre bambalinas», dejando entonces la secretaría general del PSOE a la nueva líder. Estas reflexiones dieron pie a pensar que podría adelantar las elecciones. Antes de las primarias dejó entrever que el pacto con IU podría romperse en la negociación de los presupuestos si el Gobierno central aprieta. Curiosamente un día después de confirmarse Díaz como candidata, Griñán afirma rotundo que el pacto marcha sobre ruedas y se hace una foto con Diego Valderas en el pueblo de este para corroborarlo. «No hay razones para el adelanto», arguye. «Nos da la razón», responde Valderas.

El cambio de opinión tiene otra explicación. Griñán recibe de Antonio Maíllo, nuevo líder de Izquierda Unida en Andalucía, el compromiso de apoyar la investidura de Susana Díaz en el supuesto de que el presidente decida dimitir. En este caso, IU planteará nuevas incorporaciones al acuerdo sellado en abril del pasado año con 200 puntos de ejecución. «La vida política no es estática», dicen en IU. No se habla de personas. Lo más seguro es que se mantenga el número actual, dos consejeros y el vicepresidente.

Investidura

El momento del relevo es la gran incógnita. En Izquierda Unida asumen como probable después de negociarse los presupuestos, es decir no antes de octubre, cuando el proyecto de ley entre en la Cámara. Para las fuentes consultadas, tanto en el PSOE como en IU, «no sería lógico que se produjera una investidura en plena negociación de presupuestos», ya que el relevo se comería al menos dos plenos del Parlamento, lo que unido a la toma de posesión del nuevo Gobierno, implicaría un tiempo precioso en la elaboración presupuestaria.

Este escenario está sujeto a un imponderable. Este imponderable tiene un nombre: Mercedes Alaya. Todos en el Gobierno andaluz descartan que la jueza de los ERE impute a Griñán junto a otros aforados al cierre de la instrucción, pero es una afirmación de dientes para fuera. Tras el auto en el que la jueza imputa a 20 excargos y cargos, entre ellos Magdalena Álvarez, antecesora de Griñán en la Consejería de Hacienda, en la Junta están preparados para lo peor. ¿Qué haría Griñán en este caso? IU ha dicho que no aceptará imputados en el Consejo de Gobierno y en la coalición están convencidos de que Griñán «estará a la altura» sin que se le diga. El PSOE, sin embargo, presionará para que no abandone el cargo y deje de estar aforado, lo que sería el Supremo el que resolviera. Nadie ve tampoco a Griñán sentado en un escaño como diputado o senador pelado para no dejar de ser aforado.

Al margen de las conjeturas. Lo que sí empieza ya es una etapa de bicefalia. Griñán y Díaz han asegurado que no habrá tal, pero como Felipe González apunta, esto es obvio. Hasta ahora han sido preceptor y pupila en la carrera política. El nuevo traje de lideresa de Díaz le coloca en otro ámbito y ambos tienen antecedentes de choques de trenes. ¿Aceptará Griñán el papel de reina madre? ¿Tendrá paciencia Díaz? «Para que pueda triunfar como candidata, el PSOE debe afianzarla como referente social desde el Gobierno y desde el partido. Tendrá que darle no solo espacio, también mando», asegura un dirigente socialista. Díaz dice que no habrá roces porque Griñán y ella no compiten por el futuro. Pero en política es el presente el que manda. Y a la presente, hay dos líderes del PSOE en Andalucía.