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«¿Cómo está Arzalluz?»

Isaac Ramadán ha cambiado San Sebastián por Raqqa, ciudad del norte que desde marzo está bajo el control de grupos afines a Al-Qaida

DAMASCO. Actualizado: Guardar
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«Egunon, ¿cómo está Arzalluz? Una vez vi a Garaikoetxea y ya le advertí que ese jesuita era un lobo con piel de cordero», es el saludo de Isaac Ramadán, empresario sirio de 65 años que en los setenta viajó a España a estudiar Medicina. No acabó nunca sus estudios y tras pasar por Barcelona, Madrid y Gijón recaló en 1980 en San Sebastián, donde vivió diez años. Acaba de llegar a Damasco desde Raqqa, ciudad del norte de Siria situada a 400 kilómetros de la capital, y en la recepción del hotel le han comentado que hay un extranjero alojado.

A comienzos de marzo los grupos armados de la oposición derribaron la estatua de Hafez el-Asad, padre del actual presidente, de la plaza central de Raqqa y desde entonces el control corresponde al Frente Al-Nusra, grupo que hace unas semanas juró fidelidad a Al-Qaida. «Hemos viajado ocho horas en autobús y estamos vivos de milagro porque a la entrada de Damasco se ha armado un tiroteo impresionante», comenta mientras toma asiento con ayuda de su sobrino y pide una botella de agua en el vestíbulo del Sultán, en la plaza de Hyjaz. Este hotelito de dos estrellas ha pasado de ser un lugar para mochileros de Lonely Planet y grupos de arqueólogos a refugio para sirios desplazados.

Isaac se siente débil. Camina ayudado de un bastón y precisa de asistencia permanente de su esposa o sobrino. Sufre las secuelas de una diabetes agresiva y acude a la capital cada cinco meses en busca de tratamiento en el hospital. Después volverá a Raqqa donde «las cosas han cambiado mucho y apenas hay organización, por eso creo que la gente no tardará en echarse a la calle para pedir la vuelta del Gobierno».