ANDALUCÍA EN EL TRECE

¿SE CREEN UNA CASTA O VIVEN EN LAS NUBES?

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La pasada semana escribía aquí sobre cómo el relevo del Defensor había propiciado el primer acuerdo de la legislatura entre los partidos políticos del Parlamento. Les mentí, aunque no era mi intención. No era la primera vez. Hubo otra ocasión en la que los grupos PP, PSOE e IU aparcaron las 'peleítas'. Fue el 20 de marzo pasado y lo hicieron para subirse los sueldos, pero el acuerdo no trascendió. No se llamó a los gráficos para que, como en el caso del Defensor, inmortalizaran el pacto. Tampoco hubo una nota de prensa al uso, como las muchas de los partidos que llueven a diario en los correos electrónicos de los medios de comunicación. La subida salarial se pactó con la intención de que no trascendiera. Con nocturnidad y alevosía.

Lo chocante es que se produjo en plena negociación -esta sí anunciada a bombo y platillo- sobre medidas de transparencia de la vida política. Hacía solo 20 días que Manuel Gracia, presidente del Parlamento, había pronunciado un hermoso discurso del 28-F con propuestas para garantizar el conocimiento y el control de los ciudadanos de la actividad de los diputados. «Debemos ser ejemplares en nuestra tarea, porque la dignidad del puesto que nos dieron los electores no puede ser confundida con la distancia y el desdén ni con los privilegios», dijo Gracia a los diputados, un hombre que siempre ha gozado fama de recto, austero y estricto en su labor política.

Por ello precisamente, ante la polémica de la subida de las dietas cabría preguntarse si, como se ha dicho tantas veces, los políticos viven en un mundo irreal y se creen una casta superior. Casi todos los miembros de la Mesa de la Cámara que pactaron el incremento de las dietas para los portavoces adjuntos y el presidente de la institución son veteranos en la política. El mismo Manuel Gracia lleva en el Parlamento desde su constitución en 1982.

La experiencia no fue un grado en este caso, ¿o sí? ¿Nadie se percató del alcance de una medida en las circunstancias actuales? ¿No vió que son representantes públicos de ese millón y medio de parados andaluces, muchos de los cuales sin ingresos y otros muchos afortunadamente con la ayuda de 450 euros mensuales que el Estado sigue prorrogándoles? Una cantidad que es la mitad de las dietas aprobadas para los portavoces adjuntos y la misma que la subida para el presidente de la Cámara.

Rectificar es de sabios como han coincidido en decir Diego Valderas y Carlos Rojas tras la marcha atrás de la medida, pero no parece suficiente. Se ha rectificado ante la presión de los medios de comunicación y las redes sociales, pero no porque alguien cayera en la cuenta de que era impropio en estos tiempos que los políticos se suban los sueldos. Hacen falta explicaciones y sería lo deseable que el presidente de la Cámara, Manuel Gracia, compareciera para aclarar por qué se pactó su subida de las dietas cuando ya percibe un más que respetable sueldo, mucho mayor que el del presidente Griñán (63.800 euros anuales), que lo llamó al orden. Dicen que el cabreo de Griñán es de época y el malestar interno del PSOE aún mayor. «Ha sido un error y un horror», apunta un allegado al presidente.