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Las bombas obligan a salir a El-Asad

Obama admite que está abierto a «repensar todas las opciones» para responder al uso de armas químicas

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Bashar el-Asad celebró el Primero de Mayo visitando a los trabajadores de una planta eléctrica en el centro de Damasco. El presidente, que apenas aparece en público desde el estallido de la crisis, eligió la central de los Omeyas, en el parque industrial de Tishrin, un lugar que sufrió recientemente el impacto de un mortero y agradeció al personal su trabajo para construir «la querida y fuerte Siria», según la agencia Sana. El-Asad desafió la grave situación de seguridad que sufre la capital en los últimos días -con dos coches bomba, uno contra el primer ministro, y caída de morteros- para mostrar que sigue al frente al menos de una parte del país. Mientras el dirigente paseaba por Tishrin al menos dos personas perdieron la vida y hubo decenas de heridos, según Sana, tras explosiones ocurridas en la calle de Jaled Bin al-Walid y en la plaza de Bab Musala.

La aparición del mandatario muestra la cara de la Siria oficial, esa que está en el punto de mira de la comunidad internacional por el presunto empleo de armas químicas contra los grupos armados de la oposición. Los atentados en Damasco eclipsaron durante 48 horas el debate sobre este tipo de armamento al que el último en sumarse ha sido Barack Obama. El presidente compareció ante los medios en Washington para señalar que «tenemos pruebas de que esas armas se han empleado, pero no sabemos cómo, cuándo y quién». Después de la retirada de Irak y con la salida de Afganistán en marcha parece que la Casa Blanca no tiene intención de actuar de forma precipitada, pero Obama abrió la puerta a «repensar todas las opciones posibles» respecto a la estrategia en Siria en la que hasta el momento el uso de armas prohibidas ha sido «la línea roja».

Irán y Hezbolá, firmes

El líder demócrata no profundizó en los detalles de estas «opciones», pero diarios como The New York Times informaron de que el Gobierno se plantea la posibilidad de comenzar a suministrar armas a los grupos armados de la oposición, un cambio en una política marcada en los últimos dos años por el apoyo a base de ayuda «no letal». También podrían estar sobre la mesa la creación de una zona de exclusión aérea, algo que piden los opositores desde el estallido de la crisis.

Las armas químicas han logrado lo que parecía imposible. Estados Unidos, Israel e Irán están de acuerdo en que se trata de una «línea roja», pero mientras los dos primeros sospechan del régimen, la república islámica alerta de la posibilidad de que este arsenal tan peligroso pueda caer en manos de los diferentes grupos extremistas que han entrado a Siria para luchar contra El-Asad.

Los dos bandos que pelean sobre el terreno tienen sus respectivos apoyos internacionales y Hasán Nasrala, líder de Hezbolá, admitió por primera vez en público a través de un discurso emitido por la cadena Al-Manar la presencia de combatientes de la milicia libanesa en suelo sirio, en la zona fronteriza de Qusair.