CÁDIZ

HIJOS DEL PSOE

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Durante años, décadas, la provincia de Cádiz ha estado gobernada por lo que se dio a conocer como el 'Clan de Alcalá'. Un grupo de ocho amigos que, a principios de los años 70, llegaron desde su pueblo a la capital y poco a poco se fueron haciendo con las riendas del Partido Socialista en plena transición a la democracia. Desde entonces, apellidos como Perales, Pizarro, Cabaña, Almagro o Aído han estado muy presentes en el día a día de la política en la provincia e incluso a nivel autonómico y nacional. Las generaciones posteriores, los que por aquel entonces empezábamos a vivir y otros muchos que vinieron después, hemos oído hablar de ellos con la misma naturalidad que de Santillana, Gila o Ángel Cristo.

Ahora que aquellos ocho amigos están prácticamente jubilados e incluso, desgraciadamente, alguno ha fallecido, será el momento de valorar su aportación a lo que hoy día es la provincia de Cádiz. No me cabe la menor duda de que, en aquellos difíciles años, aportaron y mucho. Sin duda hay que reconocérselo. Sin embargo, existe un cierto halo de mitificación, de idolatría hacia ese clan que, visto desde fuera, no acabo de entender.

Porque después de tres décadas decidiendo los destinos de la provincia, hemos de concluir que el bagaje es regular nada más. Que se sepa, prácticamente nunca hemos abandonado el furgón de cola del desempleo, la industria nunca llegó a ser lo que se pretendía que fuera y el sector turístico tampoco acabó de explotar. Cádiz está más cerca del subdesarrollo africano que del PIB del País Vasco o Cataluña. Nos guste o no. Y estos dirigentes algo habrán tenido que ver después de tantos años de poder.

Sea como fuere, eso ya es pasado. El problema es que buena parte del futuro dentro del partido socialista pasa por los herederos de este llamado 'Clan de Alcalá'. A día de hoy no ostentan mucho poder en la provincia. Pero por aquello de que la vida son ciclos, lo tendrán. Y estoy plenamente convencido de que si el bagaje de sus mayores -que se forjaron a sí mismos- no es para tirar cohetes, el de sus vástagos puede ser un auténtico desastre. Por una simple cuestión de lógica. Ser 'hijo de' no es ningún mérito. Es una casualidad o una suerte que muchos, con la misma o mayor capacidad de trabajo, no tienen. La política no es un negocio que se herede, aunque en este caso lo parezca.