EL REMATE DE

UNA FEA MODA

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Deporte de contacto, batalla por la posición, lucha en un salto, balones divididos.todo forma parte del juego. El fútbol engloba también este tipo de acciones en la disputa por el balón. Es el esfuerzo por recuperar la posesión, es la agresividad e intensidad para arrebatar el balón a los rivales. Lógicamente todo esto trae consigo golpes y lesiones. Lo que no soy capaz de asimilar ni entenderé nunca son los escupitajos. Primero vimos a Sergio Ramos, luego a Diego Costa, después a Messi y ahora llega el turno de Amaya. Acción grosera, asquerosa y repugnante donde las haya. Nada justifica tal reacción por parte de un deportista. Ni calenturas ni provocaciones ni leches. Se puede ser más o menos duro, más o menos agresivo, pero dentro de la nobleza de este deporte.

Es responsabilidad del que lo hace y del que lo permite. El árbitro debe atajar las provocaciones, expulsar al que agrede y expulsar al que escupe. En definitiva, aplicar el reglamento. Es el juez que debe cortar de raíz estos enfrentamientos y evitar que la cosa llegue a mayores. Luego llega la acción vergonzosa de un futbolista, y tristemente se está viendo con demasiada frecuencia. Con cámaras o sin cámaras,en la categoría que sea, es igual de reprobable. Pero hay un matiz importante: el foco mediático que supone ver esa acción en todas las televisiones. No son ningún ejemplo para los niños.

Ojalá se frene pronto por parte de los profesionales esta fea moda. Ojalá los árbitros hagan valer su autoridad en este sentido. No resulta agradable presenciar ese tipo de imágenes. Los valores a transmitir a nuestros jóvenes son el esfuerzo y el sacrificio para conseguir las cosas. Educarlos en el respeto hacia el rival, sabiendo que cada uno defiende lo suyo. Está claro que nadie regala nada en la competición. La exigencia y la tensión es máxima, pero no justifica esa conducta. Las formas deben ser otras.