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El mundo se acaba

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La profecía de los mayas no era como la pintaban, parece que finalmente solo avisaban del fin de una era y no de que explosionaríamos todos al mismo tiempo. Nos los inventamos los modernos occidentales. Vemos el mundo tan oscuro que decidimos que lo más apropiado era acabar todos juntos al mismo tiempo al ver tanto despropósito y futuro incierto. Siempre nos hemos creído muy listos, tanto que cogemos los escritos del pasado y los adecuamos a nuestras creencias. ¿Que cambia una era? pues nosotros directamente nos vamos con ella. Pero no, como en muchas otras cosas, nos equivocamos.

Seguramente los que más se alegraron ayer de que el mundo no acabase fueron los que descubrieron con sorpresa que su décimo de lotería había sido el ganador. En Cádiz, la suerte estuvo muy repartida. Nada muy grande como para cambiarle la vida a alguien, pero sí lo suficiente como para afrontar las fiestas con muchas ganas y quitarse algún que otro peso de encima.

Personalmente, como reconocida opositora a los juegos de azar, -si tuviese tiempo crearía una asociación y sobre todo después de saber que hay más posibilidades de que un tsunami azote las costas gaditanas de que la lotería te toque- no disfruto con la compra y comprobación posterior del boleto, pero envidio, tanto como al que profesa la fe religiosa, esa sensación de pensar que algo puede suceder o sucede porque el azar o una fuerza superior se pone de su parte. Y cuando los premios recaen en ciudades como Barbate, una de las más castigadas con la crisis -la droga está por todas partes, las cofradías pesqueras apenas pueden faenar...- me digo a mí misma que quizá sí que haya algo que de vez en cuando se ocupa de compensar a aquellos que peor lo están pasando. Me dura poco, la verdad.

Y es entonces cuando retomo el tema del fin del mundo y se me ocurre que puede que ya estemos en camino. Es posible que no se trate de que la luz del sol nos convierta en polvo, ni de que un trozo de roca gigante se estrelle contra la tierra, quizá se trate de avisarnos de que estamos desapareciendo poco a poco. Ya que si no es así, ¿por qué tengo todo el rato la sensación, tras leer las noticias, de que el abismo está a la vuelta de la esquina?