Shinzo Abe, ayer, en la sede de su partido en Tokio. :: YURIKO NAKAO / REUTERS
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Las urnas confirman el giro de Japón hacia la derecha

Shinzo Abe regresa al poder cinco años después con el objetivo de sacar al país del bache económico y plantar cara a China

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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Shinzo Abe volverá a gobernar Japón. Cinco años y cinco primeros ministros después de su dimisión por enfermedad, el líder del Partido Liberal Democrático (LDP) arrasó ayer en las urnas e infligió con sus casi 300 escaños, según los sondeos a pie de urna y a la espera de resultados oficiales de hoy por la mañana, una humillante derrota al actual primer ministro, Yoshihiko Noda. La agrupación de este, el Partido Democrático de Japón (DPJ), obtuvo el peor resultado desde su fundación, en 1998, al lograr solamente unos 65 diputados. Noda concedió la victoria al filo de la medianoche, y decidió dimitir como presidente del partido.

Abe ha conseguido lo que se proponía. Con la mayoría absoluta en la Cámara baja tiene la fuerza suficiente como para poner en marcha las reformas que considere necesarias para sacar al país del estancamiento económico que está teniendo el efecto de un tsunami a cámara lenta. Es más, todo apunta a que mantendrá su alianza con el partido budista Nuevo Komeito, algo que le podría dar más de dos tercios de los 480 diputados del Parlamento y la posibilidad de evitar así el veto de la Cámara alta, donde esta coalición no cuenta con mayoría.

Además, Shinzo Abe ya ha demostrado su intención de dialogar también con el ultranacionalista Partido de la Restauración de Japón, que aboga por la reforma de la Constitución pacifista del país y por un aumento de su capacidad militar. Ahí, no obstante, el nuevo primer ministro se encontrará con la oposición del Nuevo Komeito, que ya ha pedido que se dejen a un lado las aspiraciones militaristas. En cualquier caso, será el Gobierno fuerte que pedía Abe. En anticipación al resultado, los mercados ya le dieron ayer una palmada en la espalda: la Bolsa subió y el yen se devaluó levemente, algo que ayudará a las agónicas exportaciones niponas.

Pero no va a ser un camino de rosas. Como reconoció anoche el propio Yoshihiko Noda, «Japón está frente a una situación económica muy difícil», y la victoria de su rival no es tan contundente como parece, ya que la participación fue del 59,7%, diez puntos inferior a la de las elecciones de 2009, cuando el LDP perdió el poder. «Este resultado no quiere decir que hayamos recuperado el 100% del respaldo de la ciudadanía. Es fruto del rechazo a tres años de confusión política. Ahora tenemos que estar a la altura de las expectativas», reconoció, por su parte, el primer ministro electo al canal nacional NHK.

Y no lo va a tener fácil. La juventud cada vez participa menos en política, y una gran parte de la población está en contra de la reactivación de la energía nuclear como medida para evitar el crónico déficit energético del archipiélago. Por otro lado, en la esfera internacional, Japón tendrá que verse las caras con China. Abe ya ha anunciado que se mostrará mucho más firme que su predecesor en el conflicto que enfrenta a las dos potencias por la soberanía de los islotes Diaoyu, y Pekín ha respondido que no se amedrentará. La emoción está servida.