Sociedad

Landero exalta la alegría como acto revolucionario

El escritor publica 'Absolución', una novela de aprendizaje sobre la búsqueda de la felicidad

MADRID. Actualizado: Guardar
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Harto ya de la pesadumbre y el fatalismo imperante, Luis Landero se rebela y abomina de que la crisis económica se convierta en el relato central de nuestra vida. «La alegría tiene algo de revolucionario, sin ella no se puede hacer nada. Uno puede estar cabreado, pero no todo el día, entre otras cosas porque la vida es muy breve y solo es un viaje de ida». Para el novelista parece que la sociedad se está adentrando en el pesimismo del 98, como si el país se retrotrajera a la España eterna. «Volveremos a un mundo de señoritos y criados», augura.

Landero, que acaba de publicar 'Absolución' (Tusquets), su séptima novela, ha escrito un relato de aprendizaje sobre las andanzas de Lino, un hombre al que todo le acaba aburriendo y nada le conviene. En su afán por hallar un lugar en el mundo, se convierte en un fugitivo perpetuo, va dando tumbos entre trabajos temporales y apetencias diversas hasta que encuentra el amor. Es entonces cuando halla la felicidad, y así lo dice el narrador desde el mismo comienzo de la historia, en la que abunda el humor.

La felicidad, sin embargo, no es un asunto que funcione bien en la literatura. Basta con remitirse a Romeo y Julieta para darse cuenta de que sin conflicto no hay tragedia.

Como en otras ocasiones, Landero ha retratado a un hombre insatisfecho al que los anhelos sin cumplir azuzan su existencia. Esta recurrencia la atribuye el novelista a la influencia de su padre, un hombre que murió a los 50 años cuando él apenas tenía 16. «Mi padre era un campesino, estuvo en la Guerra Civil y en Barcelona vio por primera y última vez el mar. En la guerra conoció a un acordeonista, a un hombre que sabía hablar francés, conoció Madrid y cuando volvió al pueblo lo hizo lleno de sueños y proyectos que, naturalmente, no pudo cumplir. Fue un hombre amargado porque el destino no fue generoso ni benévolo con él».

El personaje principal de 'Absolución' guarda ciertas similitudes biográficas con Landero. Al igual que Lino, el escritor erró de un trabajo a otro, buscando un acomodo en la vida. «Me convertí en un nómada laboral. Desde que mi padre me puso a trabajar a los 14 años porque era un mal estudiante estuve en una tienda de ultramarinos, fui mecánico, oficinista, recalé en la central lechera Clesa y entre medias hubo muchas ocupaciones eventuales». Creyó que por fin había descubierto su verdadera vocación cuando se hizo guitarrista flamenco: «Pero apareció Paco de Lucía y me dije 'hostias, esto se pone feo'».