El racinguista Alberto salta con un contrario por el balón. :: FRANCIS JIMÉNEZ
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Un punto forjado a base de sangre, sudor y... dos jugadores menos

Raúl López, que acabó expulsado al igual que Natera por un árbitro demasiado protagonista, salvó los muebles de un Portuense muy plano

EL PUERTO. Actualizado: Guardar
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Un punto que suma, pero que no deja de ser insuficiente, es lo que pudo rescatar el Portuense de su partido contra el Sevilla C. Y le costó lo suyo. Los rojiblancos acabaron con dos jugadores menos por las expulsiones de Raúl López y Natera, este último en el minuto 96 de partido (el árbitro incomprensiblemente descontó más de ocho). Costó trabajo, mucho trabajo, sudor y sangre, ya que Capi acabó con un aparatoso vendaje en la cabeza, al igual que el sevillista Theo, mientras que Antonio se tuvo que retirar del campo aturdido por un golpe en la testa.

No se habían terminado de sentar muchos y el Portuense ya encajaba el primer gol. ¿Mala fortuna, despiste defensivo, falta de concentración? El caso es que a los 40 segundos, el balón se colaba en la portería de Ismael tras una falta botada por Theo que peinó Antonio al fondo de las mallas.

Quedaba mucho tiempo para reaccionar. Todo un partido entero se antojaba más que suficiente para revertir la situación. El problema es que el Portuense acusa una preocupante falta de gol que está lastrando este comienzo de temporada, y que tiene al equipo en los puestos bajos de la clasificación.

Como ya ocurriera la pasada semana, el conjunto entrenado por Mere tiró a la basura toda una parte, la primera, y eso fue clave para que hubiera que nadar a contracorriente y con el tiempo encima en la segunda.

Por los mismos derroteros parecía que iba a discurrir el partido tras la reanudación. Tuvo que salir la casta de un veterano como Raúl López para arreglar el desaguisado. El jerezano se recorrió al galope la banda izquierda entera hasta meterse dentro del área. En un balón medio suelto, entró con mucha fe y llegó antes que Guerra, que acabó pagando su bisoñez cometiendo un penalti que Benítez se encargó de transformar en el empate.

El partido se miraba desde otra pespectiva para los locales, que empezaron a creer en su juego y a tener algo más de mordiente arriba. Pero mucho ruído y pocas nueces, como dice el refrán. Y menos desde que el árbitro interpretó agresión en una entrada y mostró la roja a Raúl López, a diez minutos para el final.

A partir de ahí, hubo que nadar y guardar la ropa, y no se escapó el punto gracias a Ismael, brillante en varias de sus intervenciones. Para colmo de males, se pierde también para la semana que viene a Natera, que vio dos amarillas a cual más absurda y exagerada.