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Todo muy oscuro

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Un anuncio de la televisión tiene la desfachatez de recordarnos que 'tras un estudio realizado por cientos de universidades, incluso Harvard, han descubierto que ser positivo es lo mejor para ser feliz y que favorece la buena salud'. Y yo me pregunto, ¿para eso hace falta un estudio?

Está claro, y lo digo sin carrera de psicología, que para ser una persona alegre cuanta menos importancia le des a las cosas, mejor. Pero dudo mucho de que tal y como están las cosas queden muchos de esos por el mundo, me refiero a los optimistas. Yo me declaro oficialmente pesimista -a pesar de sonreír en la foto del artículo-, a mí me gusta más el término realista, pero me conformo. Miro a mi alrededor y no veo más que desgracia. Que podría ser peor, ya, pero para mí la cosa ya empieza a serlo.

Hace un par de semanas publicamos en LA VOZ que ha aumentado en más del doble el número de viviendas ocupadas por una sola persona. Los datos señalaban que la esperanza de vida, el descenso del índice de natalidad y los nuevos modelos de familias han influido en este incremento. Además los expertos apuntaban a que la situación de crisis en la que nos vemos envueltos nos lleva directamente a ni siquiera poder separarnos cuando no aguantemos al que nos acompaña. No podremos tener otra vivienda, no podremos recibir ni pagar manutención y decidiremos dividir la casa de 50 metros cuadrados. Eso sí, nunca más volveremos a estar solos.

Mirándolo desde la óptica de una 'realista' convencida, cualquiera de las dos opciones me parecen horribles. La primera porque, si es por decisión propia la vida en soledad puede ser muy gratificante, pero si es impuesto, es una tragedia griega -con su sangre derramada y todo-. Y si al final tienes que estar acompañado a la fuerza, pues te quieres morir o matar, depende del caso.

Últimamente todo trata de estar en un lado o el otro. Vivir solo o acompañado, tener trabajo o estar en la calle, ser feliz o desgraciado, ser político o ciudadano... Porque, sea como sea, el color gris brilla por su ausencia. Nos dirigimos sin control al mundo del negro y el blanco y yo, como decía Barricada, ya lo 'veo todo en blanco y negro...'