El nuevo primer ministro egipcio, Hisham Qandil. :: GIANLUIGI GUERCIA / AFP
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Tecnócratas para un Gobierno con grandes retos en Egipto

Solo cuatro de los 35 nuevos ministros están afiliados al Partido Libertad y Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Un «Gobierno del pueblo», sin afiliaciones ni tendencias políticas, para enfrentarse a los inmensos retos que aguardan a Egipto. El primer ministro egipcio, Hisham Qandil, describía así la composición del nuevo Ejecutivo que fue nombrado ayer, formado principalmente por tecnócratas y por ministros del antiguo Gobierno, y que tendrán dos prioridades claras: la economía y la seguridad.

Entre los que repiten en el cargo, una vieja cara conocida que no ha sorprendido a nadie. El mariscal Mohamed Hussein Tantaui, jefe de la junta militar, mantiene la cartera de Defensa, asegurando así el control de los asuntos de seguridad por parte de las Fuerzas Armadas, que mantienen gran parte de su poder a pesar de la elección, el pasado mes de junio, de un presidente civil, Mohamed Mursi. Entre los ministros que también guardarán sus puestos se encuentran el de Exteriores, Mohamed Kamel Amr y el de Finanzas, Mumtaz al Said.

«Todos somos egipcios de la República Árabe de Egipto. El periodo en el que nos adentramos no será fácil, y me quedo corto; y todos estamos en el mismo barco», expresó ayer en su primera rueda de prensa el primer ministro, quien pidió a los egipcios que respalden al presidente ante los desafíos a los que se enfrenta el país, con una economía devastada y una situación política aún tensa, sin Parlamento y sin Constitución.

Pese a los miedos de los que auguraban que los islamistas coparían los principales cargos del Gobierno, solo cuatro de los 35 nuevos ministros -Juventud, Vivienda, Educación e Información- están afiliados al Partido Libertad y Justicia, el brazo político de los Hermanos Musulmanes, de los que procede Mursi. El propio Qandil no forma parte de la cofradía, aunque se le considera cercano al grupo islamista.

Tan solo dos mujeres han sido incluidas en el Ejecutivo, una de ellas cristiana copta; una cuota muy parecida a la de los gobiernos de Hosni Mubarak. Las mujeres egipcias están aún muy lejos de conseguir algo parecido a la paridad en la política, lo que quedó reflejado en las pasadas elecciones legislativas, donde todos los partidos -islamistas y seculares, de izquierdas y derechas- llevaban a mujeres en sus listas, pero en puestos tan bajos que tenían pocas posibilidades de éxito.

Mursi ha arriesgado poco con el nuevo Gobierno, consciente, quizás, de la profunda división que aún sufre el país, por lo que la mayoría de los nuevos ministros proceden de la Administración. El cambio más significativo, sin embargo, se ha dado en una de las carteras más denostadas en el pasado por la corrupción, la del Ministerio de Justicia. El juez reformista Ahmed Mekki, muy popular porque en el pasado no dudó en apoyar sentencias contrarias a los intereses del régimen de Hosni Mubarak, fue designado ayer para el cargo con la misión, según dijo ayer el juez, de «promover la justicia social y la independencia del sistema judicial».

Ningún salafista

La designación del flamante Gobierno, que juró ayer su cargo ante el presidente Mursi, no ha contentado, sin embargo, a todos. Tanto salafistas como liberales esperaban ocupar alguna cartera en el Ejecutivo después de que el presidente asegurara tras ser investido el mes pasado que «todas las tendencias estarían representadas». Movimientos de jóvenes revolucionarios como el 6 de Abril también rechazaron ayer la nueva composición, que consideran continuista.

El nuevo Gobierno tendrá las manos atadas en muchos asuntos, ya que la junta militar liderada por Tantaui mantendrá amplios poderes en el país hasta que se elija un nuevo Parlamento. El anterior, dominado por los Hermanos Musulmanes, fue disuelto el pasado mes de junio, tras lo que los militares se autoasignaron el poder legislativo y varias competencias de la presidencia hasta que se vuelvan a convocar elecciones. Los comicios no se celebrarán, sin embargo, hasta que se redacte la nueva Carta Magna, que podría estar lista en el último trimestre del año.