Apuntes

Un comercio sin horarios

El decreto que liberaliza al sector ha puesto en pie de guerra al pequeño empresario que, pese a los temores, le obliga a reiventarse y a buscar alternativas para sobrevivir

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El debate sobre los horarios comerciales forma parte de esos culebrones mediáticos que surgen cada vez que llegan las rebajas o las fiestas de Navidad. Sin embargo, el Gobierno de la Nación ha cortado por lo sano y ha aprobado un decreto mediante el cual liberaliza al sector, aunque deja a las comunidades autónomas buena parte de las decisiones. La primera en dar el paso al frente ha sido la comunidad de Madrid que ha autorizado la apertura del comercio durante todo el año y las 24 horas del día. El Ejecutivo confía en que este tipo de medidas alienten el consumo y beneficien, especialmente, a las pequeñas tiendas. Se trata de una medida que tiene sus partidarios y sus detractores. La crisis ha cambiado muchos hábitos familiares, pero las parejas más jóvenes siempre han demandado esta libertad horaria para poder compatibilizar su jornada laboral con la comercial. El pequeño comercio tiene un problema de fondo y es su dificultad para reconvertirse y adaptarse a los nuevos tiempos. Los negocios familiares no tienen infraestructura para cumplir con jornadas de 24 horas durante los 365 días al año, pero el nuevo decreto obliga a ser más ingenioso y a buscar salidas. La libertad horaria a la que ahora se oponen los comerciantes gaditanos permitirá, entre otras cosas, levantar la persiana cuando lleguen cruceros a la ciudad y sacar tajada de la visita de los turistas. Igualmente, favorece la apertura en fines de semana, justo cuando más se consume, aunque los tiempos no están para grandes compras. En el caso de Andalucía, es la Junta la que tiene que mover ficha y abrir o no la mano al decreto. Todo apunta que la situación no cambiará, pero sería muy conveniente que el pequeño comercio diera ya los pasos en esta dirección. Para ello es obligatorio una reconversión y y un cambio de mentalidad.