TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

PARLAMENTARIOS GADITANOS SOBRE ARENAS MOVEDIZAS

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Ala derecha andaluza nunca le fue bien mirar hacia Madrid en lugar de cerrar filas con el sur. Le ocurrió a la UCD en los extraños días del 28 F y vuelve a ocurrirle ahora a Javier Arenas, andalucista convencido que sin embargo prefiere justificar el doble rasero presupuestario de su PP respecto a las comunidades en donde gobierno y en donde no, en lugar de cerrar filas con los intereses de Depeñaperros para abajo que quizá hoy no le supongan nada pero que ayudaría a consolidar a sus siglas como una marca andaluza y no como una franquicia ajena a nuestra tierra. Pero Arenas parece desnortado desde el 25M. Y con él, buena parte de su formación, incluyendo al gaditano Antonio Sanz, su viejo compañero de viaje. No se explican como a pesar de que en principio habían hecho los deberes, el PP victorioso del 20-N se ha convertido, con tan solo cien días de gobierno, en un fantasma de lo que pudo haber sido.

Ni un Mariano Rajoy que le huye a la prensa, ni las bolsas en caída libre ni la deuda externa, ni un cupo de ministros que explican antes a la prensa alemana que a la española las reformas que se nos vienen encima, parece que vayan a ayudar a los conservadores andaluces a remontar sus horas más bajas. Lo que hasta ahora era un totus tuus, prietas las filas, recias marciales, empieza a resquebrajarse, incluso en el proceso de renovación que el PP de Andalucía tiene necesariamente que emprender. De entrada, el hecho de que Juan Ignacio Zoido, alcalde de Sevilla, pilote la transición tal y como pretende Arenas y su entorno, no parece gustar en demasía a la Andalucía Oriental. Y es bastante probable que quienes no participaron directamente del dream team de Arenas, como la alcaldesa gaditana Teófila Martínez, vuelvan a tener un papel protagonista en este periodo, a pesar de que ella tampoco pudiera vencer nunca efectivamente a los socialistas de Manuel Chaves.

Mientras tanto, Arenas sigue reclamando la presidencia del Parlamento de Andalucía, que se constituirá esta semana sobre arenas movedizas y no sólo porque resulte tan impredecible como necesario el pacto entre PSOE e Izquierda Unida sino porque España toda se enfrenta a los años más cruciales de su historia desde la transición democrática.

En ese contexto, Cádiz atesora una amplia cuota de perdedores en su representación en el Hospital sevillano de las Cinco Llagas. Por ejemplo, su primer candidato socialista, Luis Pizarro, que presumiblemente no podrá echarle un rentoy a José Antonio Griñán, como quizá hubiera sido más que probable si el presidente de la Junta en funciones fuera incapaz de volver a formar gobierno. El congreso de junio del PSOE de Andalucía, visto lo visto, supondrá en gran medida un claro pase de página para la era Chaves y, con ello, presumiblemente, quedarán sentenciado el congreso provincial de julio, con Francisco González Cabaña a la cabeza. Quedará por ver entonces qué tipo de armisticio se establece entre los socialistas andaluces y los federales para que el PSOE del griñanismo pueda cohabitar con el de Rubalcaba.

Izquierda Unida, por su parte, tendrá que afrontar el grado de responsabilidad que le supone haber duplicado su número de votos. El pacto de cogobierno se da por hecho a pesar de que no se muestran partidarios al mismo un sector del Partido Comunista de Andalucía y de la CUT de Sánchez Gordillo -que apenas controla 25 asambleas de las más de 420 con que cuenta la coalición--. A la hora de mover ficha por Cádiz, en sus filas figura un peso pesado como el portuense Ignacio García, tan fiable como un reloj de cuerda de los antiguos, y la algecireña Inma Nieto, que hereda en cierta medida la estela de su paisana Angela Aguilera, de San Roque, que ya en su día hiciera raya en la cámara andaluza representando a esta misma coalición. Excluido del paraíso parlamentario andaluz, el Partido Andalucista vive también tensiones internas, cuando algunos dirigentes históricos que en cierta medida contribuyeron a llevar a dichas siglas a su actual callejón sin salida aparente, pretenden moverle la silla a su secretaria general y anterior candidata por Cádiz, Pilar González, que lo único que ha hecho es que dichas siglas levanten cierta cabeza en la última campaña.

A pesar de todas estas dificultades, los quince diputados que conforman la representación gaditana en el Parlamento de Andalucía constituye un formidable equipo humano. Distinto será que las restricciones presupuestarias lleven a pensar que esta legislatura, tanto en Sevilla como en Madrid, pueda finiquitarse antes de tiempo.

El PP, que en las autonómicas ganó por primera vez en Cádiz aunque perdió un potosí de votos respecto a las elecciones generales, no sólo incorpora a Sanz como primer valor al frente de su grupo. Cierran sus filas María Teresa Ruíz Sillero Bernal, que repite respecto al grupo parlamentario andaluz como María del Carmen Pedemonte, más los relativamente novatos Jacinto Muñoz, la creciente Ana Mestre, Rafael Ruiz y José Manuel Martínez Malia. Claro que respecto a la última legislatura ya no están José Loaiza, alcalde de San Fernando y presidente de la Diputación, o María José García Pelayo, alcaldesa de Jerez que como tal esta semana se ha enfrentado a una de las peores rachas de su meritoria carrera política.

Dentro del PSOE, también faltan Manuel Chaves, que ahora es diputado al Congreso, o Bibiana Aido, que permanece adscrita al equipo de Michel Bachelet al frente de ONU Mujeres en la sede de Naciones Unidas en Nueva York. Tampoco repite José Luis Blanco, a pesar de que será una de las voces más activas en la nueva etapa provincial del PSOE que presumiblemente lidere a partir de julio la alcaldesa sanluqueña Irene García. Blanco, según todos los indicios, asumirá la presidencia de la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz en sustitución de Rafael Barra, mientras que Salvador de la Encina hará otro tanto al frente de la de la Bahía de Algeciras, sustituyendo a Manuel Morón. Tras el adiós como parlamentarios socialistas a Regina Cuenca, María Cózar y Antonio Fernández, en entredicho ahora por el sumario de los ERE falsos, los socialistas gaditanos contarán con la concurrencia en esa cámara del propio Pizarro, del hasta ahora consejero de Gobernación, Francisco Menacho o del avezado Manuel Jiménez Barrios, más las nuevas en esta plaza Rocío Arrabal, Raquel Arenal o María Colón, que ya conociera la Carrera de San Jerónimo. La suerte, para todos ellos, está echada. Para nosotros, también.

Un grupo de emprendedores gaditanos -lo que no constituye una expresión paradójica--, pretende volver a poner en servicio el vaporcito de El Puerto, meses después de su hundimiento. Tras haberlo sacado a flote, ahora quieren que vuelva a navegar sobre las olas plateadas y azules. Pero probablemente tengan que ser las de Puerto Sherry, porque ya ha perdido la vez en su atraque portuense. Para colmo, los empresarios también esperan que la Junta se ponga de acuerdo respecto a una paradoja que a su vez les aflige. Y es que, por un lado, como transporte público, el gobierno autonómico le exige que dispongan de rampas de acceso para minusválidos a fin de impedir con arreglo a la ley todo tipo de barreras. Pero, por otro lado, también dicho organismo hace valer la condición del vaporcito como BIC, por lo que no se le puede tocar ni uno solo de sus elementos. Salomón tendría que impartir su veredicto, sin duda alguna.