Economia

DESCENSO A LOS INFIERNOS

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Gobierno de Rajoy ha tenido muy poco tiempo de respiro. Supongo que lo esperaban. La oposición le concedió apenas tres minutos de gracia, justo hasta que subió el IRPF en diciembre, y entonces empezó a resaltar las diferencias entre los dichos y los hechos. Los sindicatos, escasamente dos meses, hasta que concretó sus planes de reforma del mercado laboral. Los mercados financieros tres meses, hasta la presentación de los Presupuestos Generales para el año en curso. Una vez conocidas sus intenciones y analizada la concreción de sus ideas, en los dos últimos días se han abierto los infiernos que imaginábamos enfriados y se han desatado las tormentas que creíamos amainadas. En cambio, la Bolsa se da un nuevo revolcón por el sótano y la prima de riesgo se sube al tejado.

¿Qué ha cambiado para provocar las iras de los inversores? ¿Qué les disgusta de los Presupuestos presentados por Rajoy? Pues no lo sé, pero me imagino que será la imposibilidad de conciliar la consolidación fiscal, es decir los ajustes severos realizados, con un crecimiento apreciable de la economía. No hay duda de que el Gobierno no sabe hacerlo, pero dudo que alguien conozca la receta para mezclar dos elementos tan rabiosamente inmiscibles.

Porque, ¿cuál es la alternativa al ajuste? Quizás. ¿Darle gusto al gasto para crear demanda como algunos proponen? No lo creo. Primero, suscitaría las iras de las autoridades monetarias europeas y provocaría el enfado de los gobiernos líderes de la UE; lo que nos cerraría las puertas del Banco Central por donde fluye el dinero que acude en nuestro socorro, sin el cual nuestro sistema financiero se pararía en seco víctima de un colapso de liquidez. Y luego, con toda seguridad, los mercados, que ahora se quejan de la falta de crecimiento, se irritarían entonces por la ausencia de ajustes presupuestarios. Sinceramente creo que sería un remedio mucho peor que la enfermedad.

La otra posibilidad es profundizar en el ajuste y hacer recortes todavía más severos. Pero eso incendiaría el país -ahí está el ejemplo de Grecia- y provocaría una inestabilidad política de primer orden, dinamitando una de las pocas fortalezas que tenemos, como es la solidez parlamentaria del Gobierno. No creo que la sociedad española pudiera soportar el tratamiento. Así que habrá que creerle a Luis de Guindos e insistir en el camino emprendido y acelerar las reformas pendientes, confiando en que los mercados financieros encuentren pronto otra presa con la que divertirse. A mí, lo que de verdad me asustó ayer fue la sorpresiva e inesperada aparición del ministro de Economía en la mitad del telediario, con cara cansada y gesto adusto, en una intervención que, seguro, no estaba programada, para intentar trasladar la sensación de que no han sucumbido al pánico y no se han lanzado en paracaídas. Al parecer, siguen a cargo delos mandos del avión. Bueno,algo es algo.