Marta y su madre Raquel ofrecieron ayer flores al Señor Cautivo de Cádiz. :: ANTONIO VÁZQUEZ
CÁDIZ

Cádiz implora «salud y trabajo»

La cita durante toda la jornada estuvo marcada por el 75 aniversario fundacional con una misa presidida por el obispo Cientos de gaditanos acuden al besapié al Medinaceli de Santa Cruz

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Fue casi un desafío. «Si me quedo embarazada, será mi hijo el que el año que viene te traiga las flores», musitó Raquel Muñoz un primer viernes de marzo. Ni uno de los médicos le daban garantías ante un embarazo de riesgo. Pero ayer ahí estaba Marta, plácidamente dormida en su capazo. Ajena a la alegría emocionada de su madre y abuela, al margen de la docena de claveles rojos que reposan en su coche. Descansa sin tener conciencia aún de lo deseada que ha sido, del amor que le profesa su familia. Está en el mundo y a Raquel le basta, por lo que ayer tocaba sellar una promesa contraída tiempo atrás. Un pacto silencioso entre una joven gaditana, devota desde niña y el Señor del Medinaceli. Ninguna de las partes faltó ayer a la cita del primer viernes de marzo, ni Jesús Cautivo y Rescatado ni el pueblo de Cádiz.

Centenares de gaditanos, en un goteo constante, se enfrentaron a las plantas del Medinaceli para besar su pie y, de paso, implorarle una solución a la que está cayendo. A fin de cuentas «dicen que la fe mueve montañas y yo lo creo», como confesó Muñoz. Y, a juzgar por la larga cola que daba la vuelta a las naves de Santa Cruz y que iba más allá del cancel, no era la única. Cádiz, en la concepción provincial de la palabra, se acercó a las plantas del Señor para pedirle dos puntos esenciales: salud y trabajo. «¿Qué vamos a pedirle si no?», confesaba con paciencia María Josefa Martínez.

Madre e hija renovaron ayer su voto con el Medinaceli en un año especialmente complicado. «En casa estamos todos en paro», confesaba Lucía, hija de María Josefa. En su caso concreto, ya van cinco meses, por lo que ayer tenía claro que su petición el Señor iría por el trabajo. Lo mismo que Diego Caro, o Ana Aquaviva. Historias personales de unos y otros que todas empezaban igual: «Con la que está cayendo, vengo a pedir trabajo». Una súplica susceptible de ser para uno propio o para los seres queridos. Así lo confesaba Manuela Reyes, gaditana de adopción: «Le pido de todo, aunque este año sobre todo trabajo, como todas las madres con sus hijos».

A Francisca Pinto, también le movía este sentimiento para sus familiares. Sin embargo, otra preocupación mayor colmaba los ojos de Francisco de lágrimas emocionadas. Ayer no vino sola, sus hermanas Rosalía y María Dolores la acompañaban desde Bornos, como cada año desde la primera vez que Francisca vio al Medinaceli por primera vez.

La propia Francisca Pinto contaba su experiencia ayer su experiencia con evidente emoción: «Mi marido venía para morir y se salvó, desde entonces no falto». Pinto se refería a un accidente que llevó a su marido a ingresar en el hospital de Cádiz. Sin embargo, otro agradecimiento impulsaba sus pasos ayer en su encuentro con el Cautivo: «Mi sobrina tenía cáncer y se ha curado». Y, por eso, las tres hermanas pusieron ayer todas sus ganas y su esfuerzo para viajar hasta la capital con tres ramos de claveles.

Flores, besos y rezos que construyeron ayer todo un templo de fe devota y sencilla al Cautivo de Cádiz. Un primer viernes de marzo que este año se vive desde la propia cofradía con una emoción especial. Este año la hermandad celebra el 75 aniversario fundacional. Ayer, el propio obispo Rafael Zornoza se encargó de la última misa de la jornada. Hoy, a las 20.00 horas, será el momento del pregón de José Manuel Romo. Honores al Señor de los milagros de cada día. A ese mismo Cautivo al que María Josefa lanzaba ayer una petición: «Que haga lo que pueda para traerse para Cádiz un poquito de trabajo».