Editorial

Oportunidad malograda

La izquierda abertzale volvió a mostrarse ayer presa de su obstinación por justificar un pasado tan reciente de terror

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La declaración hecha pública ayer por la izquierda abertzale presenta como única novedad el reconocimiento diluido del dolor causado a las víctimas de ETA acompañado de consideraciones que insisten en justificar el terrorismo etarra subsumiéndolo en la invocación de «un conflicto que se remonta siglos atrás». La «reconversión estratégica» que la izquierda abertzale dice -únicamente en euskera- haber experimentado anima a sus dirigentes a concluir que han hecho «todo lo que estaba en sus manos para posibilitar un nuevo tiempo». No es cierto. Si acaso han hecho lo que la trama etarra les ha permitido. Con la advertencia de que «el cese unilateral de una de las violencias no es sinónimo de paz» la izquierda abertzale da por concluida su labor para transferir, una vez más, la responsabilidad del final definitivo de ETA al Estado constitucional. Si los herederos de Batasuna se hubiesen limitado a reconocer sin ambages el daño causado a las víctimas su declaración hubiera merecido más crédito. Pero al insistir en que su «insensibilidad» hacia las mismas no había sido «intencionada» dicho reconocimiento adquiere un tono cínico en quienes durante tantos años prestaron cobertura al asesinato de conciudadanos suyos, cuya memoria han pisoteado deliberadamente una y otra vez. El documento parece un soliloquio tardío por el que la izquierda abertzale intenta convencerse de estar en condiciones de imponer su particular hoja de ruta a los demás o, en su caso, convertir en triunfo partidista cualquier cambio que se produzca al respecto. Sus redactores se niegan a renunciar al maximalismo de la amnistía para los etarras presos y proponen la constitución de una «comisión de la verdad» estableciendo un orden elocuente para enjuiciar el «papel de diversas organizaciones en el conflicto actual: tanto aparatos del Estado como instituciones, medios de comunicación, sociedad, partidos, organizaciones armadas». Una muestra más de su intento por diluir el mal extremo del terrorismo en el contexto de un sinfín de culpabilidades que exoneraría a los violentos. Los herederos de Batasuna perdieron ayer otra oportunidad para acercarse al sentir mayoritario de la ciudadanía.