Editorial

Incertidumbre socialista

La pugna en el PSOE debería contribuir a un partido más integrado y capaz de regenerarse

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Una vez que un sector de la vieja guardia socialista fracasó en su intento de retrasar unos meses el Congreso del PSOE para dar tiempo a una profunda reflexión, parecía evidente que el relevo de Rodríguez Zapatero se convertiría en una confrontación personal entre los dos candidatos que ya pugnaron para hacerse con la candidatura a la presidencia del Gobierno, aunque en aquella ocasión Carme Chacón optara por no competir con Alfredo Pérez Rubalcaba. En definitiva, de momento, la pugna no está siendo en absoluta ideológica, aunque, como es natural, ambos contendientes representan una manera peculiar de entender el partido. Tanto Rubalcaba como Chacón han formado parte del gobierno saliente, y han participado por igual en la derrota sin precedentes cosechada por el PSOE el 20-M: Chacón, al frente del PSC, perdió por primera vez unas generales en Cataluña, y Rubalcaba logró para el PSOE la peor representación de la etapa democrática. Pese a ello, quizá por razones generacionales, Rubalcaba se ha convertido en cierto modo en el candidato oficial, tras el que forman casi todas las grandes figuras históricas, en tanto Chacón, que ha realizado una agria autocrítica del pasado reciente, representa el cambio, el salto audaz hacia delante. Y algunos analistas comienzan a establecer un cierto parangón entre esta pugna y la de las primarias del 2000, cuando Borrell, el candidato rupturista, venció a Almunia, el oficialista. De momento, en los 'congresillos' en que cada federación elige a sus compromisarios parece haberse registrado cierta igualdad entre ambos candidatos, lo que, para Chacón, es evidentemente un buen presagio. La ex ministra de Defensa parece haber ganado en las seis principales federaciones y ha conseguido un éxito inesperado en Valencia. Como es obvio, en unas elecciones internas con voto secreto la incertidumbre seguirá hasta el final. En realidad, la unidad interna del PSOE no dependerá tanto de quién gane sino de cómo asuman la derrota los perdedores. En este sentido, conviene hacer una llamada a la cordura, ya que un PSOE integrado y capaz de regenerarse es indispensable como el contrapunto dialéctico del Gobierno, capaz de debatir constructivamente con él los distintos extremos de la crisis.