CARTAS A LA DIRECTORA

La contradicción

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Está claro y comprobado que el comportamiento humano tiende a servir a dos señores, unas veces de una manera disimulada y otras del modo más descarado. La falsedad es patrimonio de la humanidad. Si tenemos dos señores y sus visiones de la vida son totalmente contrarias, es imposible satisfacer a ambos, se entiende, 'honradamente'. Porque es difícil estar 'al caldo y a las tajadas' y el hacerlo supondría una hipocresía indigna. Lo estamos viendo en la política. No sé en otros países, en los que no indago ni me importa, pero la hipocresía debía ser condenada al ostracismo. El mundo sería mejor y sus goznes no rechinarían cada vez que se mueve. El mejor lubricante para suavizarlo sería un examen serio de cómo somos, como podíamos ser y cómo me gustaría que fueran los demás conmigo. La autenticidad brilla poco, porque es escasa. Pero cuando aparece en todo su esplendor, deslumbra por su belleza. El ser católico, su comportamiento coherente, no es simplemente estar bautizado, aunque de hecho lo sea. Implica un profundizar en las verdades de nuestra Fe, comprometerse con ellas. La verdad es una, Cristo, aunque lo 'políticamente correcto' sea decir o hacer. No quiero referirme a nadie en concreto. Pero no se puede estar con la Iglesia y contra la Iglesia. Las medias tintas son para los discípulos del relativismo, y aunque este predique el bienestar, hay bienes inalienables que están siendo torpedeados, como la libertad de conciencia para elegir, por ejemplo, el tipo de enseñanza que se quiere. Pero resulta que los paladines de la persecución a la enseñanza concertada, suelen llevar a sus hijos a colegios de élite. O estamos con la Iglesia o contra sus instituciones. Más claramente: con Dios o contra Dios; que estos aprendices de teólogos y dogmáticos de vía estrecha, todavía no se han enterado. Cada cual que se 'palpe la ropa' y vea en qué posición o bando se encuentra.