Algunos ciudadanos hacían cola desde primera hora de la mañana para recoger su cesta para Nochebuena. :: ÓSCAR CHAMORRO
CÁDIZ

Una Navidad menos amarga

Valvanuz reparte bolsas de alimentos típicos de estas fiestas a medio millar de hogares gaditanos; Entidades como el Banco de Alimentos, El Corte Inglés y los colegios religiosos son los principales donantes

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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En el clásico navideño 'Qué bello es vivir' de Frank Capra a su protagonista lo salva un ángel de caer en el vacío de la desesperación económica. En Cádiz, estos ángeles se multiplican por cien. La Fundación Benéfica Valvanuz reparte en estas fechas soplos de esperanza entre las familias gaditanas al borde del abismo. Durante toda la semana, sus voluntarios han preparado bolsas de alimentos para que ningún ciudadano se quedara sin su pavo en la mesa la pasada Nochebuena.

Una labor que la casa ejecuta cada año gracias a la colaboración de diversas entidades como El Corte Inglés, el Banco de Alimentos o colegios como San Felipe Neri, Argantonio o Las Esclavas, entre otros. Estos organismos son los encargados de recoger los productos y enviarlos a la fundación, además de algunos particulares que con sus donaciones consiguen que esa fecha brille bajo todos los techos.

El reparto se realiza teniendo en cuenta la precariedad de cada casa y el número de miembros. Para ello, días antes, los ciudadanos entregan una serie de documentos que acreditan su precaria situación. Recibos de hipoteca, carnet de desempleo o empadronamiento se convierten en garantes de un carrito lleno de enseres navideños.

Sin embargo, esta Navidad el boquete en los bolsillos de los ciudadanos es más grande y no hay suficientes agujas para remendar sufrimientos. «La subida en el número de familias ha sido notable. Hemos pasado de 380 a 450 este año», subraya Mila Aragón, responsable del inmueble. «Familias que hasta ahora estaban bien económicamente y que por culpa de la crisis se ven obligadas a pedir ayuda para subsistir. Pasan mucha vergüenza porque nunca pensaron verse en estos límites», añade.

Y es que, cada uno de los carritos que esperaba su turno la pasada semana en la puerta de Valvanuz, guardaba una dura historia en su interior. Para ellos, los cuentos de Navidad no existen, para relatos, sus vidas. Protagonistas que luchan cada día contra la adversidad. Madres sin pensión de viudedad que ya no saben que contestar cuando sus hijos le preguntan qué hay para cenar; ancianos abandonados a su suerte o hombres jóvenes que se han equivocado de camino y que ahora cargan con el saco de las consecuencias, como el caso de Alexis, un joven de 28 años. «En cuanto pueda me voy de aquí», subraya minutos antes de recoger sus «mandaos», tal y como ellos los llaman.

Un mar de historias

Pero hay más pesadillas, gente con carreras universitarias, como Carmen Guillén; «Si nos dieran un trabajo digno, no tendríamos que estar así». La indignación es el máximo común entre ellos. Sus voces gritan pidiendo soluciones y ayudas a las administraciones. «Las mismas asistencias sociales te mandan aquí en lugar de ofrecerte otra salida. Yo lo único que quiero es vivir dignamente con mis hijas en una casa. Pago 350 euros de alquiler y no tengo ingresos y en Cádiz hay muchos pisos vacíos», apostilla Paola Agujera, otra madre con dos niñas pequeñas.

Muchos de ellos, apenas contenían las lágrimas, aunque tampoco faltaban las sonrisas, cuestión de fortaleza.

La falta de recursos, las deudas y las hipotecas son los principales obstáculos para estos ciudadanos. «Yo solo quiero volver a mi casa en la Plaza Pinto. Allí murió mi hijo. El Ayuntamiento me pide 600 euros y no tengo de donde sacarlos. Estoy bajo tratamiento», apostilla Angela Tisón. La marea de carritos de la compra subía cada vez que el portavoz de la fundación abría la puerta del centro. El silencio se apoderaba de una calle donde minutos antes las quejas ensordecían.

Una vía ocupada por familias durante toda la semana desde las seis de la mañana. Todos a la espera de los avíos para su cena. «Estamos desbordados. Llevo cuatro días que apenas duermo», apunta Aragón, mientras ayuda a las voluntarias a preparar las bolsas. Polvorones, aceite, fruta, legumbres e incluso un pavo llenaban estos carros de esperanza.

Y es que, el huracán que arrastra a la ciudad hacia el abismo financiero no tiene freno para estos ciudadanos que conviven con la desolación.

No obstante, el reparto de bolsas de alimentos no es la única propuesta que la fundación desarrolla en estas fechas. Hay otros proyectos que nacen bajo el paraguas del compromiso social de los gaditanos con su realidad. Prueba de que es ahora, en tiempos de recesión, cuando el individuo explota sus capacidades y encuentra en el trabajo en equipo una salida. «Ahora más que nunca necesitamos el apoyo de las administraciones. Todavía no hemos recibido la subvención que la Junta de Andalucía nos da todos los años y la verdad es que supone un gran vacío», apunta Mª Dolores Moreno, presidenta del comedor social. «Por suerte, Cádiz es una ciudad muy solidaria», añade la coordinadora, Mila Aragón.

Al suministro de productos, se le une la cena de Nochebuena, una velada que se celebró el día 23 en el inmueble y al que acuden cada año decenas de sin techo en busca de compañía y cariño. «Es un día muy especial para nosotros. Más que la cena, lo que aquí regalamos es la oportunidad de pasar un rato en familia. Ese es nuestro objetivo», señaló Aragón. Una cita donde no faltó un detalle, todo cortesía del restaurante El Faro con la colaboración del colegio de Las Esclavas.

Un día especial, pero no único, ya que la fundación abre sus puertas durante todo el año como comedor social para ofrecer un plato caliente a aquellos que ven pasar la vida en el hastío de la calle. Pero con la Navidad, su trabajo se multiplica. La llegada del 2012 también se celebra por todo lo alto en Valvanuz.

Para la ocasión, el restaurante El Balandro será el responsable de suministrar los platos. Una noche donde no faltarán las tradicionales uvas y donde por unas horas, los más necesitados se sentirán privilegiados. Y claro, que sería de estas fiestas sin la tradicional noche de reyes. Melchor, Gaspar y Baltasar no olvidarán el próximo día 5 su parada obligada en Valvanuz.

Un alto en el camino para descargar esperanza. El colegio San Felipe Neri, fiel a su compromiso con los más desfavorecidos y con la fundación benéfica, organiza una fiesta en la que nadie se quedará sin su regalo. La magia inundará el patio del centro con luces y colores y por un momento a todos les parecerá vivir en un cuento. En este día tan espacial también colaboran empresas como La Gloria, que aporta el tradicional rosco de reyes, mientras la cena corre a cargo del comedor. Una iniciativa que lleva meses en marcha en el colegio. «Cada una de las clases aporta su granito de arena», explicó Aragón. Un pequeño sacrificio que hace gigante un día tan señalado en el calendario, y que rompe una lanza a favor de la alianza entre las empresas cuando hay un fin benéfico. Pero estos son solo algunos ejemplos del abanico de propuestas que cada día desempeñan los voluntarios de Valvanuz.

Además de estas actividades navideñas, la casa trabaja a diario como despacho social para orientar y ayudar a los más desfavorecidos. Valvanuz se presenta como un espacio donde acudir en busca de descanso, ayudas económicas, ropa, alimentos y conversación.

En definitiva, un oasis en el desierto de la desolación. Esta sede, que nació a principios de los 80 como lugar de acogida para las mujeres maltratadas, ha ido ampliando su campo de acción a los largo de los años y adaptándose a las necesidades de los ciudadanos. Hoy, es un claro referente en Cádiz para la supervivencia y sirve como linterna para todos aquellos que solo vislumbran senderos oscuros. Valvanuz se contagia del espíritu navideño y llena de magia y esperanza los hogares gaditanos.