Editorial

Mínimo acuerdo en Durban

La hoja de ruta aprobada debería concretar las medidas para frenar las emisiones de CO2

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

En tiempo de descuento y cuando parecía irremediable el fracaso de la cumbre del clima celebrada en Durban -Sudáfrica- los representantes de los 192 países que han asistido a la conferencia auspiciada por la ONU aprobaron ayer prorrogar los compromisos establecidos en el Protocolo de Kioto, después de dos semanas de arduas negociaciones y en la sesión plenaria del segundo día adicional de conversaciones para tratar de salvar la conferencia. El acuerdo logrado es oscuro. En síntesis, además de mantenerse los límites actuales vinculantes a las emisiones, se ha conseguido aprobar una vaporosa e inconcreta hoja de ruta hacia un futuro «protocolo, otro instrumento legal o un resultado acordado con fuerza legal» en el que se debería concretar las medidas contra las emisiones mundiales de CO2; en este designio están todos los países, incluidos EE UU y China, que son en conjunto responsables de la mitad del CO2 expulsado a la atmósfera por la actividad humana. Ese acuerdo todavía abstracto y falto de precisiones se empezaría a negociar el año que viene y se firmaría en 2015, para entrar en vigor «desde 2020». Como en anteriores cumbres, el problema que frena los logros y que sigue sin resolverse es el de la relación de poder entre los países desarrollados y los que están en vías de desarrollo. Como es lógico, un freno indiscriminado a la contaminación limitaría el crecimiento de los pobres, sin tener en cuenta que la mayor parte de la contaminación acumulada -de la concentración de gases de efecto invernadero- ha sido emitida por los ricos, cuyas tecnologías les permiten reducir sus emisiones sin renunciar al crecimiento. La prórroga del Protocolo de Kioto, que expira en 2012 y que hoy por hoy es el único vinculante para frenar emisiones de gas carbónico, estará en vigor entre 2013 y 2017 o 2020, aunque la fecha final definitiva se decidirá el año que viene en otra cumbre, en Catar. Pero Kioto, actualmente, solo afecta a la UE, Nueva Zelanda, Noruega, Suiza y Australia, un conjunto de países que apenas representa el 15% de las emisiones mundiales. Esta pobre realidad pone de manifiesto lo lejos que está todavía la sociedad globalizada de alcanzar un consenso útil y necesario para frenar significativamente la destrucción del planeta.