PAN Y CIRCO

BUENA GENTE

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Comidas de convivencia al término de los entrenamientos en El Rosal, quedadas en restaurantes para hacer grupo, una carrerita en los karts entre varios compañeros, fotitos como colegas colgadas en el twitter personal de cada uno, comentarios de apoyo al equipo pese a que el que escribe se acaba de quedar fuera de la convocatoria... Estos y otros muchos argumentos más sirven para hacerse una idea de que el clima del vestuario cadista es ejemplar.

A todo esto se une el trato deferencial que todos, sin excepción, están llevando a cabo con los medios de comunicación. Basta ver el comportamiento que los jugadores están teniendo con las radios, accediendo sin problemas ni malas caras a las tertulias que cada martes celebran las emisoras coincidiendo, para más inri, con el día de descanso que tienen a la semana. Ya, muchos dirán que todo esto es normal que suceda cuando las victorias son la tónica habitual pero no es así. Otros años similares (de triunfos) había que mover cielo y tierra para poder contar con la voz de algún jugador idolatrado por la afición. Es verdad que es Segunda B pero tan cierto es eso como que otros años el ambiente en el vestuario era solo profesional (entreno y me voy) y la prensa era tratada con recelo (había hasta un veto).

Por eso y por mucho más, esta plantilla rezuma compañerismo en cantidades industriales. Está claro que de poco sirve la amistad y el buen rollo para ganar los partidos y ascender pero es una garantía, al menos para un servidor, saber que dentro del vestuario cadista hay un grupo de amigos.

Seguro que los jóvenes que defienden este año la camiseta amarilla no la sientan como la podía sentir Velázquez. Tan seguro es eso como que la respetan muchísimo más que otros que han pasado por Carranza poniendo la mano y poco más. Solo quieren triunfar en este deporte. Saben que Cádiz es una etapa, no más, pero quieren dejar buen recuerdo.