Fotografía real del resultado del bombardeo.
UNA LUPA SOBRE LA HISTORIA

Error o provocación

En 1937 dos aviones del ejército republicano, pilotados por militares rusos, bombardearon un acorazado alemán por «equivocación»; como represalia, el Gobierno germano masacró la costa almeriense

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Ocurrió durante la Guerra Civil Española, estuvo a punto de adelantar en un par de años el inicio de la II Guerra Mundial y a día de hoy desconocemos si fue un error o una provocación.

El Gobierno de la República de España había comunicado a Italia y Alemania que los puertos de las Baleares estaban cerrados para toda clase de buques extranjeros, ya que se temía que fueran utilizados por estos dos países para abastecimiento de material de guerra con destino al ejército sublevado. Con cierta frecuencia, aviones de la histórica Base Aérea de los Alcázares, en Murcia, salían a patrullar el Mediterráneo para vigilar el bloqueo y bombardear buques de la Marina que llevaran el pabellón del llamado Ejército Nacional.

El 24 de mayo de 1937, una escuadrilla, compuesta por dos aviones de la mencionada Base, voló hasta Palma de Mallorca, donde descubrieron, atracado en su puerto, al crucero Barletta, de bandera italiana, destinado al control marítimo por el Comité de No-Intervención.

Esta organización tenía como objetivo vigilar el grado de cumplimiento del pacto firmado por la potencias europeas para no intervenir en la Guerra Civil Española, al objeto de no desestabilizar el equilibrio, ni comprometer el resultado del conflicto. Como todo el mundo sabe, el Pacto no sirvió para nada ya que Alemania e Italia ayudaban a un bando y Rusia lo hacía con el otro.

De inmediato, los aviones republicanos bombardearon el barco, causando seis bajas y algunos daños materiales de importancia.

Dos días después volvieron a atacar un barco alemán, el patrullero Albatros, aunque no consiguieron alcanzarlo.

El Gobierno germano elevó una queja que fue poco atendida por la República, tanto, que tres días más tarde tuvo lugar el grave incidente que da razón a este artículo.

Parte de la ayuda que el ejército republicano recibió de Rusia fue referida a la aviación. Rusia se comprometió a mandar aviones bombarderos Tupolev SB2, de los que se recibieron 92.

Estos aparatos se destinaron a diversas bases, entre ellas a la de Los Alcázares. Desde allí partió, en la mañana del día 29, una flotilla de dos Tupolev, conocidos en España como 'Katiuska'.

La misión de esta escuadrilla era buscar la flota del ejército sublevado que operaba por el Mediterráneo y aquella mañana, el propio jefe de la Fuerza Aérea Republicana, el general Ignacio Hidalgo de Cisneros, junto con el coronel Lacalle, jefe del aeródromo, despidieron a los aviones en su salida.

Cuando los Katiuska regresaron horas después a la base, uno de los aparatos hizo una pasada sobre la pista de aterrizaje a muy baja altura, balanceando las alas, signo que en la aviación significa éxito en una misión de caza; una vez en tierra, los que figuraban como pilotos, José Arceaga Nájera y Leocadio Mendiola, informaron a sus superiores haber bombardeado el Crucero Canarias, localizado en Baleares.

En principio, la noticia fue recibida con extrema alegría, pues el Canarias era uno de los barcos más poderosos del bando sublevado, pero casi de inmediato aquella sensación se diluyó cuando llegó una enérgica protesta del gobierno alemán, acusando al republicano de haber bombardeado uno de sus barcos.

Los hechos habían ocurrido cuando la escuadrilla de Katiuska, en su vuelo de reconocimiento, creyó descubrir al crucero español en aguas cercanas a Ibiza. El primer avión lo sobrevoló, dejando caer sus bombas al mar. El segundo tuvo mejor suerte, o peor, no sabemos como interpretarlo, pues de sus seis bombas, dos alcanzaron de lleno al barco que no era el Canarias, sino el acorazado alemán Deutschland.

Uno de los proyectiles impactó en la base de la chimenea, causando muchos daños materiales e importantes incendios, aunque pocas desgracias humanas. Sin embargo, la otra alcanzó la proa, sobre el comedor de la marinería. Atravesó la cubierta y explosionó en la sala, provocando una tremenda carnicería. 23 marineros perdieron la vida en el acto, otro falleció al día siguiente y más de 90 resultaron heridos de diversa consideración, algunos tan graves que murieron más adelante, lo que aumentó el número de víctimas hasta 31.

El Deutschland, un 'Acorazado de Bolsillo', estaba participando en el bloqueo naval al que se sometía el conflicto español, por tanto, sin participación bélica. Gravemente afectado por las dos explosiones se dirigió a toda máquina hacia Gibraltar, donde arribó a las siete de la tarde del día siguiente.

Para salvar a Rusia de la posibilidad de un conflicto con Alemania, se ocultó el hecho de que todas las tripulaciones de los cazas eran soviéticas y se falsearon los nombres de los militares que ocupaban los dos aviones, pero el coronel Lacalle reveló que el piloto era Nicolai Ostryakov y el bombardero-observador G. Livinski.

De poco sirvieron las excusas para Alemania que estaba buscando cualquier justificación para entrar en el conflicto. En la mente del dirigente germano existía la posibilidad de declarar la guerra a la República Española y así lo expresó a sus colaboradores, que consiguieron convencerle de que no hiciera tal cosa, pero no dar un escarmiento. Se ordenó al acorazado gemelo del bombardeado, Almirante Scheer, que con el Albatros y otros tres destructores se dirigieran al puerto de Almería.

El 31 de mayo, dos días después del ataque al Deutschland, a las siete y media de la mañana, los buques se desplegaron frente a la ciudad y comenzaron a cañonearla. El comandante militar de la plaza dirigió un comunicado al Ministerio de Defensa en el que se lee textualmente:

'Sobre las 5.30 de la madrugada fui avisado de que por la parte de Cartagena venían un acorazado y cuatro destructores de nacionalidad alemana. A las 5.45 los buques ponían proa hacia este puerto, señalándose una distancia de 20.000 metros. Los barcos continuaron avanzando y a una distancia de 12 kilómetros, aproximadamente, observada por telémetro desde las baterías de costa, rompieron el fuego sin notificación o aviso sobre la población de Almería, sin perseguir dentro de ella objetivo alguno concreto, pues sembraron de proyectiles todo el casco de la ciudad, calculándose en unos doscientos los disparos efectuados. La batería de costa contestó al fuego de la escuadra, la cual se alejó lanzando una columna de humo. El observatorio de la batería distinguió perfectamente los colores de la bandera alemana de los buques agresores.'

Durante treinta minutos, los cinco barcos alemanes cañonearon la ciudad y, tras una pausa de pocos minutos, volvieron a disparar por espacio de otros diez. Se produjeron más de doscientos impactos de obuses alemanes y se contabilizó la misma cifra de muertos que hubo en el Deutschland: 31. Sin embargo el número de heridos fue incalculable.

La atroz represalia alemana, tomada contra una población civil, estuvo a punto de provocar un conflicto aún más grave, cuando el Ministro de la Guerra propuso atacar a la flota alemana del Mediterráneo y el presidente de la República, Manuel Azaña, se mostró partidario de hacer una declaración de guerra, que finalmente no se produjo por consejo de Rusia que en aquel momento no estaba en disposición de enfrentarse con los germanos.

Es posible que la escuadrilla de Katiuska saliera a volar sin militares españoles a bordo, por falta de personal capacitado o por otras razones, pero no es fácil creer que pilotos soviéticos avezados, confundan el crucero Canarias con el acorazado Deutschland que, como se observa en las fotos, aparte de ser dos barcos de parecida envergadura, no presentan muchas similitudes, es más, son bien distintos; si no, observen las chimeneas, la disposición de la artillería, la torreta posterior y, sobre todo, que el acorazado izaba la bandera de Alemania que puede tener un cierto parecido, pero nunca confundirse por un militar en tiempos de guerra.

Lo cierto es que los españoles pagamos caro el error de unos militares extranjeros en nuestra guerra, o fue acaso una provocación perfectamente estudiada y dirigida por el gobierno soviético con el fin de comprobar la reacción alemana y precisar hasta donde estaban los nazis dispuestos a llegar.