REFLEXIONES

'LOCKOUT'

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Pues nada. Parece ser que el 'lockout', palabra de moda en la NBA durante los últimos meses, va a cristalizar en algo que algunos pensábamos que iba a quedarse en una simple amenaza: La Liga Regular no comenzará en la fecha prevista y habrá que esperar a ver si lo hace a lo largo de noviembre, diciembre, enero o se cierra el chiringuito una temporada completa, algo que nadie quiere pero que tampoco ponen de su parte para evitar.

Me imagino a David Stern sentado en una mesa con Derek Fisher, Dwyane Wade y compañía. Uno hablando de necesidades y encubriendo sus privilegios y otros defendiendo sus privilegios sin querer demostrar que también tienen necesidades. El padre que suspira porque sus hijos entren en razón y salgan de ese egoísmo infantil en el que no quieren repartir sus golosinas y los hijos rebelándose ante un padre al que ya no reconocen como tal una vez que han alcanzado la mayoría de edad. El 'lockout' no beneficia a nadie. Los intereses económicos son altísimos, pero ninguna marca quiere luchar abiertamente por parte de sus beneficios con la que está cayendo a nivel mundial y prefieren esperar a que sea la cólera de los aficionados la que termine de acercar definitivamente a las partes y establezca ese polémico tope salarial en su justa medida, que, precisamente, no debería ser otro que el que establece la ley de la oferta y de la demanda de una competición que está mucho más cerca del espectáculo que del deporte. Por lo pronto los campus de entrenamiento ya están cancelados, al igual que cuarenta y tres partidos de exhibición de la pretemporada. Los actores secundarios empiezan a buscar acomodo en películas europeas que no aspiran a los Oscar pero que les servirán para no perder la costumbre ante las cámaras. Las estrellas aún se lo piensan. Normal. Exponen buena parte de su caché y quieren tener una buena póliza de seguros que, a costa de dañar sus egos, llene sus bolsillos. Continuará.