El ministro Ramón Jáuregui charla con los populares Soraya Sáenz de Santamaría y Esteban González Pons. :: JUANJO MARTÍN / EFE
ESPAÑA

El Gobierno alega que la crisis de la deuda desaconseja el adelanto

«En este momento no habría nada más perjudicial para la solvencia y credibilidad de España», defiende Ramón Jáuregui

MADRID. Actualizado: Guardar
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Arrecian las presiones a José Luis Rodríguez Zapatero para que convoque ya elecciones generales, y Gobierno y PSOE se enrocan en un mismo mensaje: es preciso agotar la legislatura. El ministro de Presidencia, Ramón Jáuregui, y la directora de campaña de Alfredo Pérez Rubalcaba defendieron ayer al unísono que la gravedad de la situación económica y financiera requiere «certidumbres» y no sumir a España en un período de inestabilidad política como el que, según alegaron, provocaría una disolución anticipada de las Cortes.

La rotundidad con la que ambos dirigentes se pronunciaron en contra de la celebración de comicios en el último trimestre del año contrasta con la escasa firmeza mostrada en las últimas semanas por el propio Zapatero al referirse a este mismo asunto. Pese a que, oficialmente, su intención fuera llegar a marzo y pese a que siempre ha defendido que uno de los aciertos de su antecesor, José María Aznar, fue agotar mandatos, el jefe del Ejecutivo eludió pillarse los dedos en el debate sobre el estado de la nación de finales de junio.

En su entorno esgrimieron entonces que la volatilidad de los mercados y las turbulencias derivadas del colapso griego impedía dar nada por seguro. Exactamente lo mismo llevó ayer a los socialistas a asegurar que la legislatura se llevará a término. «Nosotros vamos a mantener el calendario -insistió Valenciano-; si pensáramos que convocar elecciones contribuiría a mejorar la estabilidad financiera de la UE lo haríamos, pero es que pensamos todo lo contrario».

Situación crítica

La dirigente socialista trató de desdramatizar la cuestión, pero la realidad es que en el Gobierno se han encendido todas las alarmas. Los socialistas no reunieron ayer su ejecutiva federal, como habría correspondido, porque Zapatero se encerró en la Moncloa con la vicepresidenta de asuntos económicos, Elena Salgado, y su gabinete. Tenía que estudiar respuestas a la última andanada de los mercados, que han situado a España en un escenario crítico que hace peligrar sus posibilidades de financiación, y preparar la cumbre extraordinaria del Eurogrupo, que este jueves intentará adoptar una solución definitiva a la crisis de la deuda griega.

«En este momento no habría nada más inestable y perjudicial para la solvencia y la credibilidad de España que una convocatoria anticipada de elecciones», remarcó Jáuregui en una inusual declaración colgada en la página web de la Moncloa.

El afán de los socialistas en atenerse al «calendario» parece más ligado, en todo caso, a la inoportunidad del momento elegido por quienes desde la oposición o desde sectores afines insisten en que ha llegado el momento de que Zapatero cierre la persiana, que en la convicción plena de que no cabe más opción que apurar hasta marzo.

Valenciano aseguró durante su comparecencia en la sede del PSOE que nunca ha oído a nadie de su partido decir que las elecciones deberían ser en noviembre, pero lo cierto es que desde hace tiempo es habitual que los dirigentes socialistas añadan a sus argumentaciones la coletilla «si no se adelantan las elecciones». Y no falta quien hace escenarios sobre cuál podría ser el momento menos perjudicial para el candidato, Alfredo Pérez Rubalcaba. Aunque, formalmente, se niega la mayor. «No entendemos que haya diferencia entre los intereses del país y los del PSOE; a nosotros nos interesa que España vaya bien», alegó la jefa de campaña.

En todo caso, la puerta sigue abierta. Como el pasado jueves Rubalcaba, Valenciano admitió que los socialistas están preparándose para cualquier fecha; lo que en sí mismo es un reconocimiento de que la defensa de marzo como mes electoral puede ser papel mojado.

Otra cosa es que los socialistas combatan la idea de que la solución a los problemas de España está en un cambio de Gobierno. «En Portugal parecía que iba a ser la purga de Benito -dicen- y todavía no ha resuelto nada».