editoriales

Familias al límite

Una política energética más sensata y consensuada con la oposición podría haber permitido aliviar la factura de la luz

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El mes de julio ha irrumpido con nuevas subidas de precios, que agravarán la estrechez de las familias, muy golpeadas por la crisis. La tarifa de último recurso de gas natural sube un 5,69% de media a partir de hoy mismo, mientras la bombona de butano se incrementa un 5,7%; ambos aumentos se acumulan a los aprobados por el Gobierno en las dos revisiones ya realizadas este año.

Asimismo, y en contra de lo que había manifestado recientemente el ministro de Industria, Miguel Sebastián, quien anunció la congelación de los precios, la tarifa de suministro eléctrico del último recurso ha registrado hoy un alza del 1,5%; lo que se suma a la brutal subida del 10% en enero. Muchas familias, además, verán a partir de julio cómo repercuten en la cuota de sus hipotecas las subidas del euribor durante el primer semestre del año.

Es evidente que estas alzas de la energía están vinculadas a las subidas de ciertas materias primas, como el petróleo. Sin embargo, la falta de explicaciones y las contradicciones y renuncios de los responsables políticos incrementan el malestar de un cuerpo social en el que, según la EPA publicada en abril, hay nada menos que 1.386.000 familias con todos sus miembros en paro, unas 300.000 familias han perdido su vivienda por no poder pagar la hipoteca y otras tantas están a punto de pasar por este amargo trago. No es extraño que el ahorro de las familias se esté desplomando, a pesar de la atonía del consumo.

Este ministro que incumple sus promesas es el mismo que ha alentado más de la cuenta unas fuentes energéticas renovables que producen electricidad a precio de oro, y que han de ser por ello mismo subsidiadas, y el que defiende el cierre de Garoña, una central nuclear segura y amortizada, por pura voluntad sectaria.

Una planificación energética más sensata, y a poder ser consensuada con la oposición, hubiera permitido aliviar la factura de la luz, cuando menos. Todo lo cual conduce a denunciar las políticas erráticas que, lejos de afrontar con eficacia la crisis, la agravan hasta la extenuación de una ciudadanía dolorosamente harta de vacilación e incompetencia. A este paso, será el clamor ciudadano el que exija que se ponga fin a este calvario con el cierre urgente de la legislatura.