ESPAÑA

«He pedido elecciones pero no tengo prisa, la prisa la tienen los españoles»

El líder de los populares apenas abandona la senda de los comicios anticipados en su intervención

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Mariano Rajoy, fiel seguidor de lo previsible, dedicó ayer la práctica totalidad de sus tres intervenciones en el debate del estado de la nación a intentar actualizar el mensaje que lanzó en esta misma cumbre parlamentaria hace un año: la necesidad de adelantar las elecciones generales, previstas para marzo de 2012. «Yo no tengo prisa, la prisa la tienen los españoles», remachó.

El líder de la oposición, una vez más, guardó sus cartas y no desveló ninguna de las políticas que aplicará cuando llegue a la Moncloa. Su discurso buscó casi en exclusiva menguar las defensas de José Luis Rodríguez Zapatero, que se parapeta en la necesidad de acabar las reformas estructurales para negarse a poner el punto y final a la legislatura.

Solo introdujo dos referencias ajenas a este guion. Un mensaje de condolencia a las familias de los dos militares muertos en Afganistán y una petición al Ejecutivo socialista: que se mantenga vigilante y que actúe con serenidad, pero con toda firmeza, para que Bildu sepa «que los demócratas no les vamos a pasar ni una chulería, ni una amenaza, ni una vulneración de la Ley».

Tras este paréntesis, ya sin tregua, Rajoy encadenó argumentos a favor de «abrir» las urnas. Y no solo porque las encuestas muestran que hay «una amplía mayoría» que quiere elecciones, sino porque «hasta en el Partido Socialista» ya hay voces en esta misma tesitura. Una referencia que provocó un notorio murmullo desaprobatorio en la bancada socialista.

Lejos de pensar que pecaba de reiterativo, buscó dejar claro que desde que reclamó por primera vez adelanto electoral, la situación en España, lejos de mejorar, ha empeorado de forma notoria. Como ejemplo puso que en el último año «mil españoles» han perdido cada día sus puestos de trabajo. Un dato que «expresa elocuentemente qué es lo que podemos esperar de Zapatero en el futuro».

Los populares consideran que hay una fecha que marca, de manera definitiva, un punto de inflexión que debería bastar para convencer al presidente del Gobierno para que disolviera las Cortes y llamará a las urnas: la contundente victoria del PP el 22M. Rajoy planteó que si Zapatero ya debió dejarlo hace un año, cuando el PSOE aún conservaba «un resto de confianza», la decisión que debe adoptar se hace perentoria «ahora que los españoles le han dicho abrumadoramente que no votan a su partido porque de él no esperan ningún remedio».

Buscó, asimismo, hurgar en la supuesta soledad de Zapatero. Reconoció que, como presidente del Gobierno tiene la facultad exclusiva de adelantar las elecciones, pero le reprochó que utilice esta prerrogativa para «aferrarse» a su escaño. «Su debilidad consiste, precisamente, en que no le ampara más que la ley porque no cuenta con la confianza de la sociedad y porque gobierna contra los deseos de la mayoría de los españoles».

Cuatro meses

Rajoy, interrumpido en varias ocasiones por los aplausos de los diputados del PP, rebatió otra de las críticas que hacen los detractores del adelanto electoral. ¿Qué puede cambiar en cuatro meses?, en referencia al tiempo máximo que se podría ganar si los comicios son en noviembre y no en el próximo marzo. El dirigente popular lo tienen claro: «En ese tiempo pueden dejar a España peor».

Rajoy también respondió a los reproches que llegan desde otros países de la Unión Europea, gobernados también por el centro derecha, ante su falta de cooperación para sacar adelante los planes de ajuste (Zapatero ironizó en una de sus réplicas sobre que esperaba que nadie dijera que la única semejanza entre Grecia y España fuer a la oposición). Enfatizó que las reformas estructurales en España son más que necesarias, advirtió de que Zapatero no las piensa ejecutar en el último tramo de la legislatura y, además, negó que variar la fecha de las elecciones perjudique el cumplimiento de estas reformas. «Todo lo contrario», sentenció.

Una reacción que avaló asegurando que en el cajón del Gobierno hay más reformas que las que ha puesto encima de la mesa. «¿Por qué debemos suponer que el señor Rodríguez Zapatero va a realizar en seis meses lo que no ha podido, o no ha querido, o no le ha convenido hacer en estos años?», declamó.

El resumen al último debate del estado de la nación que Rajoy espera protagonizar como jefe de la oposición es sencillo: el PP anhela que los españoles «puedan hacer inventario y balance para iniciar un nuevo tiempo».

Si hubiera que destacar alguna novedad en la puesta en práctica de Rajoy tan solo se podría recurrir a la siguiente frase: «No debiera equivocarse el señor Rodríguez Zapatero, nadie le acusa por crear la crisis». Eso sí, el salvoconducto apenas duró un segundo. El líder popular se desmarcó con una retahíla de supuestas responsabilidades del presidente del Gobierno: de negarla, de equivocarse en el diagnóstico, de alimentarla y de acumular tantos errores como planes puso en práctica.