Arriba, la Bolsa kuwaití. Debajo, el príncipe heredero y el Emir. :: V
Sociedad

2.600 euros por kuwaití

Kuwait celebra el 50 aniversario de su independencia y su liberación por tropas internacionales con festejos que duran un mes y con una paga extra para su millón de ciudadanos

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En apenas nueve meses, un tiempo récord, pudimos apagar los más de 600 pozos de petróleo que ardían y echaban su veneno en los pulmones y en las caras de los kuwaitíes. Todo era negro. No se veía el cielo, solo había nubes negras, olor a destrucción, a odio y a muerte... Aquello afectó a todo. Contaminó el aire, el agua, la tierra, la vida marítima, aniquiló la fauna y la flora. Aumentaron las afecciones cardíacas y pulmonares, los cánceres y tumores de todo tipo, enfermedades desconocidas para nosotros hasta entonces. Las secuelas psicológicas que dejó la invasión de Sadam Hussein en una sociedad pacífica, tolerante, abierta, culta y alegre como la kuwaití fueron terribles. No se lo deseo a nadie, ni a mis más acérrimos enemigos». Adil Hamad Al Ayyar, el embajador del Estado de Kuwait en España, no esconde los terribles sentimientos que comparte con sus compatriotas, ese millón de kuwaitíes que estos días festejan el 20 aniversario de la liberación del país por una coalición multinacional liderada por Estados Unidos y el 50 aniversario de su independencia, desligándose del Protectorado británico, el 19 de junio de 1961.

Celebran, pero no olvidan.

Además de miles de vidas, Kuwait perdió durante la invasión del Ejército iraquí todas sus bases de datos. Los bancos y las haciendas particulares fueron asaltados. Su Archivo Nacional, el Museo de Arte Islámico y el Museo de Kuwait fueron saqueados y quemados. El centro financiero y social de Oriente Medio desapareció.

Kuwait (ellos lo pronuncian 'Kuait') es un país diminuto (apenas 17.818 kilómetros cuadrados; cinco veces más pequeño que Portugal) y muy escasamente poblado. Apenas 3 millones de personas residen en este país del Golfo Pérsico, pero solo un millón tiene la nacionalidad kuwaití; el resto son extranjeros de nada menos que 136 nacionalidades entre los que predominan egipcios, indonesios, paquistaníes, magrebíes... convertidos en la fuerza de trabajo del país.

Lo que todo el mundo sabe es que Kuwait nada en la abundancia gracias al petróleo descubierto en 1961: los pozos producen cada día 2,481 millones de barriles (el 3,2% de la producción diaria mundial) y, en 2009, sus reservas de crudo se estimaron en 101.500 millones de barriles. El petróleo representa casi la mitad del Producto Interior Bruto del país, el 90% de las exportaciones y ha llegado a suponer el 75% de los ingresos del Estado hasta que las inversiones extranjeras hicieron inclinarse la balanza hacia ese lado. Una fortuna que les lleva a mirar sin demasiado temor al futuro.

Así que no es extraño que el Emir de Kuwait, Sheikh Sabah Al-Ahmad Al-Jaber Al-Sabah, presentara a primeros de año ante el Parlamento (50 personas, de las que 4 son mujeres desde 2009) una propuesta para obsequiar a cada ciudadano kuwaití con la bonita suma de 1.000 dinares (2.600 euros al cambio). Un modo muy particular de conmemorar este 2011 cargado de aniversarios, también para el Emir, que celebra su quinto año en el trono y en cuyos actos participarán hoy jefes de Estado y de Gobierno de 22 países, incluido el Rey de España, a quien el Emir se refiere siempre como su «hermano».

Alegrías por decreto

«Su alteza el Emir es un hombre del pueblo, muy cercano al pulso de la calle y al ciudadano común. Es consciente, y sabe más que nadie, que los kuwaitíes no ahorran, sino que se dedican a gastar todo lo que tienen y lo que no tienen», suspira el embajador en España. «Por ello, con el fin de aliviar la economía familiar y dar una alegría al pueblo, presentó ese proyecto de ley al Consejo de la Nación y que fue aprobado por el Parlamento. Todo tiene que pasar por los canales oficiales... las alegrías también», sonríe Adil Hamad Al Ayyar. Para hacernos una idea de la pujanza económica del país, la divisa kuwaití es la que se cambia más alto en el mundo con respecto al dólar y al euro.

Pero ¿cómo es el Kuwait de hoy? Para ayudarles a entender sus preocupaciones, basta un dato: el Estado ha establecido el llamado Fondo para las Nuevas Generaciones, que administra e invierte el 10% de los recursos anuales brutos de Kuwait a largo plazo, un patrimonio destinado a garantizar el futuro de los jóvenes. La cifra supera los 10.000 millones de euros anuales. Así parecen adquirir pleno sentido las estrofas iniciales del himno nacional: «¡Mi patria Kuwait, por la gloria te salvaste! En tu frente llevas la buena fortuna».

Al tiempo, Kuwait posee el segundo fondo soberano más importante del mundo que administra los superávits y excedentes presupuestarios y los invierte en «acciones seguras» bajo la supervisión de la Autoridad de Inversiones de Kuwait (KIA). «Hay inversiones en España... y aumentarán», confía el embajador.

Los naturales del país son descendientes de pescadores de perlas y de marinos y comerciantes que navegaban rumbo a Irak, donde cargaban dátiles que vendían luego en la India y en el Este de África o los intercambiaban por especias y maderas. Los hay que proceden también de pastores y agricultores, agrupados en torno a las muy escasas fuentes de agua. Los kuwaitíes, hijos del único país del mundo sin lagos ni reservas naturales de agua, mantienen vivas viejas costumbres: como su pasión por la cetrería y por los antiguos veleros de madera (boom) con los que comerciaban por el Golfo Arábigo. Un halcón y uno de esos bajeles de grandes entenas y velas latinas aparecen en el escudo del país.

Las perlas no se asoman a la bandera, pero constituyen, junto a los relatos de travesías y aventuras marinas, otro de los referentes del país que, además, animaron su economía hasta que Japón descubrió el modo de cultivarlas. Por ejemplo, Loaloá (Perla), Dana (Gran Perla) y Gumacha (Perla pequeña) son nombres de mujer frecuentes en el país. «Eso explicaría también por qué a los kuwaitíes nos gusta tanto la Costa del Sol... para estar lo más cerca posible del mar», apunta el embajador.

Fiestas y 'al-diwaniya'

En Kuwait pervive el gusto por la charla, como se hace aquí en los atardeceres del verano, cuando, a la caída del sol, las calles se pueblan de sillas de enea y comadres con el ánimo dispuesto. Allí le llaman 'al-diwaniya', una sala aneja a las casas donde se reúnen para arreglar el mundo, jugar y bromear entre rondas de té y dulces.

Hoy, el mundo contemplará, 20 años después del horror, imágenes de fastos y festejos sin cuento, conmemoraciones que durarán un mes y que tendrán por escenario la avenida principal de Kuwait City, bautizada Golfo Arábigo y recorrida hace cuatro lustros por los carros de combate y los soldados de la Guardia Republicana. El Rey coincidirá con un amplio número de jefes de Estado, entre ellos, Mohamed VI de Marruecos y Abdalá II de Jordania. Los festejos, a los que asistirán delegaciones de medio centenar de países, incluyen un desfile militar (con dotaciones de los países miembros de la coalición que expulsó a las tropas iraquíes), carnavales, un espectáculo musical y una cena ofrecida a sus invitados por el Emir. Don Juan Carlos ya visitó Kuwait en noviembre en visita privada.