Opinion

La soledad de Gadafi

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El coronel Gadafi parece dispuesto a batir otro récord mundial: el de quedarse literalmente solo, sin un apoyo en el mundo entero. Ignoró por completo la orden del Consejo de Seguridad del martes imponiendo -sus resoluciones son ejecutivas, no exhortativas- el «cese inmediato de la violencia». El mismo Consejo, visto el empeoramiento de la situación en Libia, abordó ayer medidas concretas de aislamiento y castigo. La panoplia es amplia y si el régimen llegara a sobrevivir Libia y su jefe, con su petróleo y todo, se convertirían en parias: sus dirigentes no podrán viajar al extranjero, ni disponer de sus cuentas fuera del país, que será expulsado de la comisión de derechos humanos de la ONU (donde, incomprensiblemente está), no podrá comprar armas y, eventualmente, se le aplicará la exclusión aérea. Hasta Rusia y, sobre todo, China, reticentes a las «injerencias en asuntos internos», se unen al Consejo y al clamor internacional contra la violencia institucional y la crueldad con que Gaddafi y los suyos han abordado el movimiento pro-democrático que ha llegado a su país.