CUESTIÓN DE DINERO

Dani Miguélez, por boca de su representante, informa de que los médicos le han puesto un plazo de tres meses para la recuperación de su lesión de hombro y que puede volver para disputar el hipotético 'play off' de ascenso a mediados de mayo. Es el último clavo ardiendo al que se agarraba el guardameta para así no dar permiso al Cádiz para que se fiche otro guardameta. Pues bien, esa última excusa se la reventó ayer mismo el doctor Fernández Cubero, al asegurar sin discusión que tardará entre cuatro y cinco meses para estar al cien por cien y volver a los terrenos de juego. Por tanto, adiós a la temporada. El equipo se queda sólo con Álvaro Campos y los chicos del filial.

El comportamiento de Dani es lícito, defiende sus intereses, y si no se fía del club él sabrá porqué no lo hace. Pero no puede pretender esconder la realidad. Es una cuestión de dinero, simple y llanamente. El portero expuso sus condiciones: o el club mantenía su desorbitado contrato el próximo año en Segunda B (si no hay ascenso, por el que renueva automáticamente), o no hay acuerdo. Si la entidad hubiera aceptado, ya no tendría prisa, pero como quiere rebajarle los emolumentos a la mitad, entonces se pondrá a trabajar mañana y tarde para intentar llegar (que no podrá) a los compromisos de final de curso.

Poco importa el futuro de un equipo que puede empezar a rezar para que Campos no se resfríe en el momento clave. Poco importa la supervivencia de un club centenario cuya única vacuna parece ser el ascenso de categoría. Poco importa todo. En tiempos de carestía, cada cual mira por sus intereses y se olvida hasta de la madre que le parió (futbolísticamente hablando).

Por eso el desafío es enorme. Que los únicos números que se contabilicen sean los goles a favor. Que la afición vuelva a ser el mayor activo, y los rivales los pasivos. Que las únicas deudas de las que se hablen sean de las pendientes con los que nos ganaron. Que los libros, que nunca se deben perder, sigan contando la historia del Cádiz CF.