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El régimen iraní pide la muerte para los líderes reformistas

Los ultraconservadores califican a Musavi y Kerrubi de «corruptos en la tierra» por convocar una marcha contra el Gobierno

EL CAIRO. Actualizado: Guardar
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Las calles de la capital Teherán clamaron el lunes «¡Muerte al dictador!» y el Parlamento respondió veinticuatro horas después con gritos de «¡Muerte a Musavi Kerrubi!». Diputados ultraconservadores tomaron el estrado principal de la cámara para mostrar su repulsa por la manifestación convocada por los líderes opositores en la que al menos dos personas perdieron la vida en los enfrentamientos con las fuerzas del orden, según las declaraciones de un diputado a la cadena Al-Yasira. En un comunicado enviado a la agencia oficial IRNA el bloque fundamentalista de la cámara, mayoritario en estos momentos, calificó a Musavi y Kerrubi de «corruptos en la tierra» y pidieron su procesamiento judicial.

Esta acusación puede acarrear la pena de muerte, según la legislación iraní. El fiscal general del Estado y portavoz del Poder Judicial, Gholan Husein Mohseni-Ejei, se sumó a la denuncia y advirtió de que la Justicia «actuará firmemente contra los causantes de los disturbios». Los nombres de aquellos diputados que no se sumaron al acto de protesta fueron publicados por la agencia no oficial Fars y en los medios afines al régimen ya les tachan de «traidores» o «antirrevolucionarios». El cerco sobre la oposición se estrecha y esta vez el régimen apunta a sus líderes, que se encuentran en arresto domiciliario. No parece importar que Musavi fuera primer ministro y Kerrubi presidente del Parlamento, su dedicación a la consolidación del sistema forma parte de un pasado que tiene poco que ver con el actual momento político en Irán.

Injerencias extranjeras

Mir Husein Musavi y Mehdi Kerrubi perdieron ante Mahmoud Ahmadineyad y denunciaron un fraude masivo que las autoridades negaron. Fue el inicio de unas protestas que el lunes vivieron su último capítulo. Las muertes de manifestantes en los primeros días, la detención de miles de opositores y la condena a muerte de decenas de ellos aplacó las protestas, pero el malestar sigue vivo y cada vez que hay una oportunidad sale a la luz. Aprovechando el apoyo oficial del régimen al «despertar islámico» en Túnez y Egipto, según el Líder Supremo, Alí Jamenei, los líderes de la oposición pidieron a los suyos que volvieran a echarse a las calles para homenajear las revoluciones norteafricanas y de paso pedir reformas para su propio sistema. Las autoridades islámicas no aceptaron la marcha, la declararon ilegal y emplearon las mismas medidas represivas que en 2009 para silenciarla.

El apoyo «claro y directo» de Hillary Clinton a los manifestantes iraníes reforzó los argumentos del sector oficialista que comparte el mensaje lanzado por el comandante de Policía, Ahmad Reza Radan, que ve «la mano de Estados Unidos, Reino Unido e Israel» detrás de todos los intentos de desestabilizar el sistema, como recoge la agencia Ilna. El mismo oficial de Policía informó de que «nueve agentes de las fuerzas del orden resultaron heridos» y acusó al grupo Muyahidin Jalq (Combatientes del Pueblo, MKO por sus siglas en inglés) de estar detrás de los incidentes.