Ciudadanos

SIMULACRO

DIRECTOR IES PACHECO (SANLÚCAR) Actualizado: Guardar
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Hemos experimentado extrañas emociones mientras observábamos en nuestros televisores las imágenes de tunecinos y egipcios intentando oxigenar sus vidas, sumergidas hasta el momento en la dictadura y la miseria. Pero, sobre todo, en Occidente hemos sentido una gran perplejidad. Hemos visto, con asombro, cómo decenas de miles de hombres y mujeres se lanzaban a la calle creyendo que era posible cambiar una situación política y social de gran envergadura. Esa multitud de personas que gritan, cantan y corren por las calles de las capitales árabes, creen que pueden hacer algo por cambiar sus vidas, creen que la política es posible. Y es que, hasta ahora, si hay algo que define la vida del mundo occidental en las últimas décadas es que todo se vive como simulacro. La vida está mediada (y suplantada) por su representación, normalmente televisiva. Y todo lo que sucede lo es, en la medida en que ocurre, rápido y de modo simulado. Creemos que nada puede hacerse políticamente, sólo maniobrar para no molestar a los mercados o no crear problemas al sistema financiero.

Igualmente, se ha dejado de creer en la educación. Ahora nuestra gran preocupación es la de mejorar las estadísticas. La realidad educativa pasa a ser suplantada por el simulacro de los porcentajes en columnas, gráficos y tartas. No importa tanto que el alumno aprenda y que fluya la movilidad social. El éxito o el fracaso se miden como si fuera una mera cuestión al peso. Pero, personalmente, duele también comprobar cuánto prolifera aquí la demagogia de los que, utilizando este panorama como coartada, se atrincheran en una pasividad o en un inmovilismo propio de una práctica docente del siglo XIX. Ambos posicionamientos no son más que simulacros, unos con más ética, otros con más cosmética.

Significativamente, se deja de creer en la política al mismo tiempo que en la educación. Ambas son sustituidas por sus representaciones mediáticas, es decir, televisivas.

Pero, cuidado, quizás la sociedad egipcia empieza a (pos) modernizarse. Puede que comiencen ya a valorar el simulacro. En los días más intensos de la revuelta, en los que, heroicamente, numerosos ciudadanos anónimos hicieron una cadena protectora ante el magnífico Museo de El Cairo, una masa de desesperados asaltó la tienda de souvenirs del museo tomándola por una espléndida sala de exposiciones. Aún no sabemos si termina o comienza el reino del simulacro, también, para ellos.