ANDALUCÍA

La insoportable ausencia de Marta

La familia y todo un barrio esperan desde 2009 a que los acusados digan dónde está el cuerpo

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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Manuela Reina se prendió al pecho la imagen de Marta del Castillo hace dos años. La niña me mira desde la solapa de la chaqueta de esta jubilada. Me mira también desde los escaparates de los comercios, desde la parte trasera de los taxis y desde el pequeño altarcito que aguanta el paso del tiempo a la entrada al portal de la calle Argantonio número 3, adonde no regresó la noche del 24 de enero de 2009. Toda la barriada sevillana de Tartessos la espera, aunque saben que no regresará viva. «Nuestra obsesión es que aparezca para que los padres y los abuelos la entierren y puedan seguir viviendo», dice Manuela Reina acariciando el rostro de la niña con su mano derecha. «Aquí seguirá hasta que sepamos algo».

Marta del Castillo Casanueva, nacida el 19 de julio de 1991, era una niña a la que ataban en corto en casa. Por eso, su padre, Antonio, fue raudo a comisaría cuando vio que no regresaba aquella noche. Trató de hacerle ver al agente que registró la denuncia a las 02.09 horas de la madrugada del domingo que no era una niña más de 17 años que se había quedado de juerga. Y se lamenta de que la Policía no se pusiera a buscarla de inmediato. «Aquellas 24 horas fueron clave. No se siguió el protocolo de menores. Si se hubiera hecho, mi hija habría aparecido. Probablemente muerta, pero aparece».

Ayudado por familiares, vecinos y amigos, Antonio emprendió la guerra por su cuenta esa misma noche. El lunes 26 de enero el diario ABC informaba por primera vez de la desaparición de la joven. Una fotografía de Marta, enviada por el padre, ilustraba la noticia, en la que, sin citar su nombre, se hablaba ya de Miguel Carcaño como el último que estuvo con ella. El joven, que había sido unas semanas novio de la chica y tenía algunos antecedentes, es el principal acusado.

Aquella noticia ponía en marcha la maquinaria mediática, que siguió el modelo del 'caso de Mari Luz', la niña que apareció muerta junto al puerto de Huelva en 2008. La Policía entiende que desde el principio fue complicado recoger pruebas, buscar el cuerpo y seguir a sospechosos, con los periodistas pisándoles los talones. Pero Antonio del Castillo no lo duda: «La repercusión mediática ha sido beneficiosa». «Hace poco fui a una comisaría y vi un cartel con el rostro de 35 personas desaparecidas. Sin los medios de comunicación ahora sería una más en un cartel».

Antonio del Castillo, de 48 años, habla sin parar de fumar. Piensa que «la ley protege más los derechos de los delincuentes que los de las víctimas». Por el piso deambula Nela, la perra que Marta sacaba a pasear cada día. También aquí la niña me observa desde una foto en el aparador. El marco reposa sobre tres rosas blancas, iluminado por velas que no dejan de consumir cera junto a una poesía escrita por una compañera de clase. Está también Eva Casanueva, la madre. A ratos nos acompaña en silencio Mónica, la hija menor, de 13 años. Lorena, de 15, apenas se deja ver. Permanece en el dormitorio en el que todo sigue igual. «No hemos tocado nada de su armario. Lo único que hice fue ordenarle sus cosas, porque ella tenía el defecto de ser desordenada», explica Eva, de 46 años. «Sus hermanas no quieren que nadie duerma en su cama».

«Un tsunami vecinal». Así describe Antonio el apoyo popular recibido tanto para colaborar en la búsqueda del cuerpo como para reunir en toda España casi 1,6 millones de firmas que han depositado en el Parlamento para que se endurezcan las penas. El agradecimiento alcanza también a la Policía, que, superadas aquellas primeras horas en las que la familia cree que no se actuó, «se ha volcado». El gasto público que ha supuesto buscar el cadáver en los diferentes lugares señalados por los acusados, el río Guadalquivir y un basurero, asciende a 616.319,27 euros. No hay, a pesar de todo, ni rastro de Marta más allá del piso de la calle León XIII donde, supuestamente, fue violada y asesinada por Miguel Carcaño y 'El Cuco', un menor también conocido de la víctima. En el escrito del juez sí se recogen sin embargo pruebas claras, como restos de ADN de ellos dos cruzados con el de Marta. Figuran también como acusados Javier García, hermanastro de Carcaño, y su novia, así como Samuel Benítez, otro amigo del grupo.

Da la impresión de que Carcaño, 'El Cuco' y los demás acusados están toreando a la Justicia, la Policía y la familia al ocultar el paradero del cuerpo. Probablemente buscan una sentencia menos severa. Reina por eso cierta frustración en el juicio que ha comenzado esta semana en Sevilla a 'El Cuco', que, al ser menor, es procesado separado de los demás. Lo siguen más de un centenar de periodistas. Decenas de espontáneos se unen al espectáculo, que por momentos se torna en una de especie de bochornoso circo romano cuando empiezan los insultos, las persecuciones y hasta las agresiones contra todo aquel al que la masa señala sin saber siquiera de quién se trata.