GOL, FANTASMA

Las previas de la eliminatoria de Copa del Rey entre el Sevilla y el Real Madrid han estado rodeadas del ambiente de crispación que últimamente acompaña a cualquier enfrentamiento entre el equipo de la capital de España contra otro del pelotón de punteros, uno de esos que aspira a llevarse una alegría transitoria a costa de los merengues. Y la competición del K.O. es un escaparate magnífico para asaltar el monopolio de los dos grandes del fútbol español.

Un vídeo preparado por el departamento de marketing de los sevillistas encendió los animos en la Castellana y se activaron las lógicas alarmas, con la declaración de partido de alto riesgo y toda la parafernalia que rodea a los enfrentamientos de este tipo. Para que todo estuviera medianamente controlado sobre el campo se eligió a Undiano Mallenco -supuestamente el que mejor toca el pito en España- y a su ayudante Fermín, un tipo curtido en mil batallas desde la banda y que tiene una vista de lince para levantar o bajar la bandera según convenga.

A Mourinho le tocó esta vez quedarse al margen de toda la polémica y el manido cruce de declaraciones entre los dirigentes de ambos equipos. Independientemente de todo esto, fútbol es fútbol y el ambiente creado, al igual que ocurrió recientemente en Bilbao, engrandece a este deporte siempre que los golfos no aparezcan. Desgraciadamente ya hubo uno en San Mamés hace tres semanas y su ira la sufrió Abidal y otro anteayer en Sevilla y su frustración la padeció un portero que, entre otras cosas, es campeón del mundo.

De todos modos, los escépticos preveíamos que algo podía pasar fuera o dentro del césped, pese a que se pusieran todos los medios posibles. Teníamos la sensación de que un lance del juego podía provocar todo un reguero de declaraciones posteriores. Y efectivamente así paso. Hubo gol fantasma. Pero del fantasma de Benzema, que volvió a aparecer entre semana.