Donde las calles no tienen nombre

Por un puñado de euros

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Pienso fervientemente que a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Descreo de los paños calientes, hay que desterrar las medias verdades, y más aún en estos tiempos tan complicados. En España hay determinados productos televisivos que no merecen otra calificación que basura, bazofia o, en el mejor de los casos, cutres. No es casual que muchos de estos productos se encierren en una misma parrilla, la de Telecinco, cuyos directivos descubrieron hace ya tiempo la gallina de los huevos de oro en programas zafios, vulgares, estridentes y patéticos. Hablamos de una cadena privada que puede hacer lo que le venga en gana, faltaría más; pero no por eso debemos enterrar nuestras opiniones sobre una forma de hacer televisión que, queramos o no, influye en nuestra sociedad. Parto de la base de que lo más triste de todo esto es comprobar las audiencias que registran los circos barriobajeros –con todo el respeto para el circo– en que se han convertido ciertos espacios.

El sancta sanctorum de todos ellos es Sálvame –aunque no es el único– un programa donde no existe pudor en dar pábulo a delincuentes de medio pelo, y en el que la falsedad y la mentira se cambian al peso por un puñado de billetes. Y esa filosofía del dinero fácil cala. Más aún con el panorama actual. Viene todo esto a colación porque en estos días ha visitado algunos medios de comunicación de Jerez uno de los cuatro individuos que fueron juzgados y absueltos por el caso Juan Holgado. Este hombre, como los otros tres, fue absuelto en dos ocasiones por la Justicia de un delito que particularmente –asistí a los dos juicios del caso Holgado– creo que realmente no cometió. Como he defendido siempre, tengo la sensación de que los cuatro que se sentaron en el banquillo eran unos desgraciados, chorizos de poca monta, que pagaron el pato de una investigación policial desastrosa. Ahora, pasados los años, este chico está dispuesto a contar su historia, pero como podrán imaginarse no lo hará gratis. En su visita a algunos medios de esta ciudad ha pedido dinero a cambio de una entrevista o que le pongan en contacto con alguien de ¿saben qué cadena? Bingo. Telecinco. Nuestro protagonista cuenta que se ve acosado por ciertos miembros de la familia Holgado, que ha superado ya su etapa en el sórdido mundo de las drogas, que se quiere recuperar y que, por supuesto, no participó en el asesinato del joven empleado de la gasolinera de Martín Ferrador.

Para decirlo delante de una cámara o una grabadora, eso sí, quiere pasar por caja. Yo no le culparía. Sencillamente, está intentando aprovecharse de lo que todos los días vomitan estos programas de los que hablábamos con anterioridad. Si cualquier fulano o fulana se lleva un montón de euros por explicar sus bajadas de pantalones ¿por qué no lo iba a hacer alguien directamente relacionado con un caso tan conocido como el de Juan Holgado? Nuestra sociedad ha llegado a estos niveles de podredumbre, sí. Y el problema es que cuando algo está podrido no hay manera de recuperarlo, hay que cortar por lo sano. No pongo la mano en el fuego, pero dudo muchísimo que ninguno de los periódicos, televisiones o emisoras de radio de esta ciudad vayan a pagar un solo céntimo de euro por el testimonio de este hombre. Eso sí, en el caso de consiga un buen contacto en Telecinco no tengan ninguna duda de que en unos días lo veremos en prime time con una caterva de colaboradores y pseudoperiodistas alrededor intentando removernos las tripas a todos.