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LA MUERTE DEL SECRETO

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Estaba convaleciente y seguía necesitando cuidados y mimos, después de sufrir las enfermedades infecciosas que propaga la indiscreción, pero su dolencia actual es mortal. ¿Cómo es posible que los diplomáticos sean tan locuaces y en los llamados servicios de inteligencia haya gente tan bruta? La mayor filtración de la historia ha llenado de goteras la Casa Blanca. Más de 250.000 documentos confidenciales elaborados por el Departamento de Estado andan sueltos por ahí.

Los verdaderos secretos son los que custodia una sola persona. No existen los secretos compartidos. Ya decía Voltaire que contar el secreto de otros es una traición, pero decir el de uno mismo es una majadería. Ahora vamos a saber no solo los planes sobre conflictos bélicos y las repulsivas maniobras del espionaje, sino los juicios que le merecían a algunos líderes los otros líderes. Una catástrofe. Después de haberse abrazado tanto y de lograr continuar con las manos unidas muchos más minutos de los que requiere cualquier saludo, por amistoso que sea, salen a relucir documentos donde consta la auténtica catalogación de los colegas. En general todos creían que su distinguido interlocutor era un cabrón con pintas. Quizás llevaran toda la razón, incluso la razón de Estado, pero eso, que está muy mal decirlo, es imperdonable escribirlo y casi todos eran unos grafómanos de tomo y lomo. La maledicencia siempre se puede atribuir a otra persona, pero los juicios sobre la capacidad dudosa o el indudable cinismo del otro, si están escritos de puño y letra hay que tragárselos.

Van a ser de difícil digestión también para nosotros. Hay presiones a jueces, políticos y empresarios. Del Rey abajo no se libra nadie. Si se editan serán un best seller. Pero no es probable. El libro pesaría más que la Nueva Ortografía y su lectura puede hacer que se nos caiga el alma a los pies.