PAN Y CIRCO

Lo peor de la fiebre

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Desde hace mucho tiempo mantengo que en España la gente no es de la selección. Mucho mérito tienen los Iniesta, Xavi y compañía que han conseguido, gracias a su buen fútbol, que el personal se vuelva a enganchar a 'La Roja' como la llaman ahora. Estamos viviendo una verdadera fiebre por la selección nacional que comenzó en la Eurocopa tras la consecución del título frente a Alemania.

De repente, todo el mundo era de España. Por un momento se aparcaron las tradicionales rivalidades entre madridistas y barcelonistas, los grandes poderosos, y cada día más grandes, del balompié nacional. Ya nadie se acordaba de la de veces que nos habíamos quedado en cuartos, de las caras de cuadro con los fallos de Cardeñosa o Salinas, el penalti de Raúl o el récord que batimos el año que organizamos el Mundial donde tuvimos el dudoso honor de ser el peor equipo anfitrión de la historia.

Sin embargo, estaba claro que la gallina iba a cantar más temprano que tarde. Solo hacía falta que llegara el más mínimo desliz para darnos cuenta que todos esos fieles, los de la fiebre, iban a terminar sacando los cuchillos. Ya ocurrió tras el amistoso contra México, se multiplicó tras la derrota contra Argentina y ha llegado a su grado superlativo después de la goleada en Portugal.

Curiosamente hemos perdido dos amistosos consecutivos, algo impensable en partidos oficiales. En dos años solo recuerdo la derrota contra Estados Unidos en la Copa Confederaciones y contra Suiza el día del debut en Sudáfrica. La tortilla ha cambiado y en la nueva coyuntura fallamos en las pachangas y somos imbatibles en las grandes citas. Pero, los de la fiebre, se enfadan porque perdemos cuando no hay puntos en juego. Ya lo dijo el padre de Xavi. Los peloteros están reventados y solo rinden cuando hay que hacerlo. Pero eso no lo entienden los de la fiebre transitoria. Es malo de décimas de más.