CARTAS AL DIRECTOR

Adiós a la mesa redonda

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Recuerdo con gran nitidez, a pesar de haber pasado más de veinticuatro años, cuando José Antonio y yo, decidimos abrir un restaurante en Jerez. Nosotros nos embarcamos en nuestra aventura con gran ilusión. Abrimos en los primeros días de junio de 1986 y allí hemos estado hasta que esta crisis, nos ha obligado a tirar la toalla. Allí he vivido muchas experiencias y aprendido muchas cosas, no sólo de la profesión, sino de la vida y de las relaciones humanas. De la primera, desde abrir una botella de vino, a comprobar que se puede al mismo tiempo, hacer una factura, poner los cafés para una mesa de cinco y preguntar en cocina cuándo van a salir las vieiras de la mesa tres. Del trato con las personas he aprendido, entre otras cosas, a atender amablemente pero sin pasarte, a disimular cuando una pareja a la que estás haciendo la comanda se enzarza en una discusión, a sortear con educación pero con gracia alguna broma de mal gusto y muchas cosas más. He vivido buenos y malos ratos. Entre los primeros recuerdo la visita privada de S.M. la Reina, que después de hacer muy buenos propósitos de no tomar postre, sucumbió a nuestro pastel soufflé de chocolate. Recuerdo que durante todos los días que duró el rodaje de la película de Bigas Luna, 'Volaverunt', tanto él, como Aitana Sánchez- Gijón, Penélope Cruz, y otros muchos personajes del mundo del cine, nos estuvieron visitando cada noche para cenar. También, como he dicho más arriba, ha habido malos momentos. No puedo olvidar la noche en que una señora mayor se puso enferma, perdió el conocimiento y tuvimos que sacarla en una silla hasta la ambulancia, convencidos de que había muerto. Gracias a Dios, se recuperó . Otro mal rato, pero este de índole profesional, ocurrió un día, con el restaurante a tope, en el que una señorita, bastante impertinente por cierto, me pidió una hoja de reclamaciones. A su parecer el pan sólo estaba templado y no caliente, el vino que yo le había recomendado como seco, según ella no lo era lo suficiente y la traducción de la palabra setas al francés, en la carta, no era la correcta.

En fin, uiero enviar un cariñoso mensaje de despedida a todos nuestros clientes, especialmente a los que se han convertido a lo largo de estos años en verdaderos amigos; a esos que con sólo verlos entrar por la puerta, ya sabíamos lo que iban a comer o conocíamos su vino preferido. Gracias por vuestra fidelidad.

No puedo dejar de mencionar a las personas que han compartido el trabajo con nosotros, especialmente a Elena que ha estado desde el primer día hasta el último, a la que todos nuestros clientes adoran y que incluso se ha sentido más parte del restaurante que nosotros mismos. A la colaboradora de mi marido en la cocina Mª. Carmen, a Pepa, que entró a acompañar a su hermana Elena en el comedor cuando yo me fui. A Pepita nuestra limpiadora y a todos los chicos que nos han echado muchas manos en momentos de agobio.

Y un recuerdo muy especial para mi hijo José, que ha sabido continuar la tarea que empezó su padre, dándole su sello personal pero manteniendo la ilusión de que la Mesa Redonda sea un lugar de encuentro, no sólo gastronómico sino de autentica amistad.

En su nombre, no os digo adiós sino, hasta la vista.