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La presidenta pone a prueba su discutido liderazgo

La mandataria tendrá que forjar nuevas alianzas para superar el legado del que se consideraba el cerebro del Gobierno

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Una serie de interrogantes se plantean en el nuevo escenario político argentino que quedó al desnudo con la inesperada muerte del ex mandatario Néstor Kirchner. ¿Podrá la presidenta Cristina Fernández gobernar sola ahora? La ausencia de su marido, el otro término de un binomio que parecía indestructible ¿debilitará su poder o le dará la oportunidad de resurgir fortalecida de la tragedia, sin su puntal tradicional y con nuevos apoyos?

La respuesta varía según los analistas, pero todos coinciden en una idea básica. La presidenta es una mujer inteligente, de carácter, y muy capaz de gobernar con eficacia. Pero lo que pase en el futuro depende de ella. Si mantiene el discurso belicoso y la alianza sectorial tejida por Kirchner, su ciclo podría estar cerca del final. En cambio, si avanza en construir un renovado liderazgo sobre el legado positivo de su esposo, con una coalición más amplia que la sustente, con nuevas adhesiones que recoja en estos días de duelo, entonces puede ser que Cristina se lance a la competencia para ser reelegida en 2011, y con buenas posibilidades.

Si su primera aparición pública tras el fallecimiento se lee como un mensaje, se podría decir que la presidenta tiene buenas oportunidades de crecer en el dolor. En el velatorio se la vio dolorida pero entera, ejerciendo su rol de mandataria anfitriona más que el de una apesadumbrada viuda. Saludó con prolongados abrazos a Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que apoyan su gestión, y en cambio fue más fría con el líder de la Confederación General del Trabajo, Hugo Moyano, fortalecido por Kirchner y erigido en uno de los más polémicos sostenes del gobierno. Una prueba de la potencia que puede tener la desaparición física se vivió con la muerte del ex presidente Raúl Alfonsín (1983-89) en 2009. El ex mandatario, líder de la opositora Unión Cívica Radical, había dejado su cargo en medio de una grave crisis económica y social que erosionó sus respaldos. Sin embargo, al morir su figura creció y miles de argentinos recordaron su legado con emoción.

Corriente de simpatía

Esa empatía post morten fue transferida a su hijo Ricardo, un dirigente ignoto de su partido en el que se centraron todas las miradas. Poco más de un año después, Alfonsín hijo está entre los mejor posicionados para las presidenciales de 2011 entre los precandidatos de la oposición, con el único por mérito de llevar un apellido notorio. Una corriente de respaldo similar cosechó inesperadamente el ex presidente Carlos Menem (1989-99) en vísperas de las elecciones de 1995 cuando falleció su hijo de 26 años en un accidente aéreo. Faltaban dos meses para la votación y Menem, que se postulaba para un segundo período, logró un fuerte respaldo.

Desde la muerte de Kirchner comienza a insinuarse una corriente de renovada simpatía hacia la presidenta, que puede prolongarse si ella la cultiva. «Mi marido y yo no los votamos a ninguno de los dos, pero reconozco que Kirchner hizo muchas cosas buenas y ahora tenemos que apoyarla a ella», decía ayer una mujer de unos 60 años que esperaba para dar el último adiós al ex mandatario y ver de cerca a Cristina.