El interior del autobús para los presos fue uno de los atractivos. :: E. L.
Ciudadanos

Los niños toman por un día la Comandancia

La Guardia Civil abre las puertas de su cuartel en la capital por primera vez desde hace años como acto previo a la festividad de su patrona

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Javier y Luis se despertaron más temprano de lo habitual. Era domingo, no había clases ni tampoco los Reyes Magos se habían colado por su ventana la noche anterior. Pero estaban impacientes, tanto que no podían esperar a que el reloj marcara las 11.30 horas. Les habían prometido que se montarían en un coche verdadero de la Guardia Civil y mirando de reojo las réplicas en miniatura con las que juegan a diario se imaginaron ser agentes por un día.

A la hora señalada cruzaron la puerta principal de la Comandancia de Cádiz, arrastrando del brazo a su abuelo, y la sorpresa que se encontraron fue aún mayor de lo esperado. No sólo iban a poder subirse a un coche, ante sí tenían otros vehículos oficiales como las motos que utiliza el Seprona: «¿Esos quienes son?, ¿los que cuidan de los animales?», preguntaba Javier a uno de los guardias que ayer ayudaba a decenas de niños a conocer un poquito qué trabajo realiza la Guardia Civil. El cuartel de la Benemérita fue tomado por los pequeños en una jornada de puertas abiertas que se hace por primera vez desde hace años como acto previo a la festividad de la patrona, la Virgen del Pilar; al menos, algunos veteranos de la Comandancia no recuerdan un evento de estas características que acerca el Cuerpo a la ciudadanía.

En el patio central del edificio se exhibieron algunos vehículos e instrumentos de trabajo de unidades como Tráfico, el Servicio Marítimo, los antidisturbios o el Laboratorio Científico. «¿Quieres que te tomen las huellas?». Javier y Luis descubrieron que en sus dedos hay unas marcas únicas que los identifica: «Como las fotos, ¿no?», preguntaba Luis, mientras se llevaba de recuerdo una hoja con sus huellas impresas.

Con el mismo éxito que las atracciones de feria, el autobús que sirve para trasladar a los detenidos a las cárceles acaparó la atención de los niños. «Pero aquí, ¿quién viaja?» se preguntaba un pequeño asombrado por las dimensiones del vehículo. Cuando entró y vio las celdas supo que era para «los malos».

De ahí a un vehículo-patrulla y a uno camuflado que ayer lo fue menos porque su sirena no dejó de sonar. Con la paciencia de un padre, el capitán de Policía Judicial cubrió kilómetros sin salir del recinto. Vueltas y más vueltas a un patio con unos compañeros diferentes.

La muestra se completó con una exhibición del Servicio Cinológico, los perros adiestrados en detección de explosivos y estupefacientes, que hicieron varios simulacros de rastreo en maletas y vehículos ante la atenta mirada de los más pequeños que no entendían muy bien qué era «eso de la droga».

La jornada concluyó con un almuerzo solidario. Cada comensal pagaba cinco euros que van destinados al proyecto Centro de Desarrollo Infantil Sagrada Familia, en Nicaragua. Javier y Luis se tomaron un refresco, «en el bar de los guardias», antes de marchar a su casa. Con cuatro años, uno decía tener claro qué quería ser de mayor.