CARTAS AL DIRECTOR

El otro 'fin' de la pobreza

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Con sólo escucharlo por la radio, me he puesto a temblar. De nuevo la ONU se empeña sádicamente en darle fin a la pobreza. En esta ocasión, según su presidente, Ban ki Moon, en menos de cinco años. Mucho más realista me pareció la propuesta de Jeffrey D. Sachs, defendida en su célebre obra 'El fin de la pobreza', máxime cuando los ocho Objetivos del Milenio anunciados a bombo y platillo por esta organización intergubernamental a comienzos de 2000, pasada una década parecen perseguir lo contrario si atendemos únicamente a los resultados y no a la propaganda. Claro que, cuando esta gente se pone a hablar del «fin de la pobreza» me temo que traten la cuestión en un sentido muy distinto al que le damos el resto de los mortales. Me explico: cuando cualquiera de nosotros nos referimos coloquialmente al fin de la pobreza, lo hacemos pensando en su erradicación de la faz de la Tierra; en cambio, es posible que en estos foros intergubernamentales el significado de la expresión «el fin de la pobreza» indique veladamente cuál es el objetivo o la finalidad de la pobreza en un mundo global y cómo ha de redefinirse su condición, ahora que los pobres tienen ordenador y antenas parabólicas en sus chabolas. Así entendido, el fin de la pobreza no puede ser otro que el de tener subyugada a la baja clase media en extinción por temor a caer en la pobreza, y a los pobres rendidos ante su situación, pues mal que bien sobreviven a los dramas del Telediario que les reafirman en su convicción: ¡Pobres pero honrados! Y sobre todo les recuerdan que todavía hay algo peor, como la miseria. Si alguna vez la ONU, la UE, EE UU, la OTAN y demás organismos intergubernamentales llegaran a plantearse el fin de la pobreza en el sentido de acabar con ella, seguramente no emplearían esta fórmula idiomática, sino la de «cómo acabar con los pobres», que, ya habrán adivinado, guarda estrecha similitud con la 'solución final' dada a judíos y gitanos por el Tercer Reich.