Opinion

La gutapercha

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Llevaba casi dos horas esperando. Cuando el doctor Martín Marco salió a mi encuentro no sabía si iba a tener que irme ya. «Sé que me vas a matar», me dijo, pero zanjamos el tema con un apretón de manos. Una vez dentro, comenzamos nuestra habitual conversación mientras la anestesia se asienta y me hago a la idea de que ese día comeré sopa. Había una nueva auxiliar, joven y maquillada; era su segundo día. El doctor le explicaba diversos procedimientos químicos mientras yo admiraba el póster de la pared: Periodontopatías. En un momento dado, José Ignacio, que así se llama el caballero, le mencionó a su ayudante algo acerca de la gutapercha. ¿La qué? ¿Eso qué es? Me explicó que era una resina natural sacada de un árbol que se usaba en la odontología desde hacía mucho y que ahora era sintética. Prometí que me documentaría no sin antes preguntarle al dentista si alguna vez había soñado que se le caían los dientes. «Claro, muchas veces, como todo el mundo». Yo nunca lo he soñado. Le pregunté si conocía el significado freudiano del sueño y me dijo que no. En venganza por la espera me negué a revelárselo. Continuamos hablando de la resina y le dije que sonaba a mote. ¿El «putapercha»?, me dijo. Me reí. No, «el gutapercha», que sería algo así como el líder de una chirigota viñera. La anestesia me había dejado molida la boca. Imaginé a mi amiga Paz Santana narrando lo bien que había estado en el concurso la agrupación de Juanjo Menacho, el gutapercha. Este año se ha salido.

Salí de la clínica cuatro horas después con la promesa del doctor Martín de invitarme a una comida por la espera y me fui filosofando sobre tan curioso término. Luego, la vida me distrajo y no volví a pensar en ello hasta el 24 de septiembre. Los Reyes visitaban la Isla de León y yo visitaba Puerto II el día que estrenaban Celda 211 en el plus. En la radio del coche contaron que se había estrenado un documental sobre la proclamada princesa del pueblo y que una encuesta había dicho que, de presentarse a las elecciones, Belén Esteban sería la tercera fuerza política en intención de voto. Es el descrédito de las instituciones. La gente ha dejado de tomarse en serio todo, harta de corrupción, violencio de génera, paro y subidas de tasas e impuestos. Como me dijo Víctor desde los madriles primero fue el Chikilicuatre en Eurovisión y ahora es la Esteban, que se crujiría a Izquierda Unida mientras el Gobierno compra su futuro al PNV. Y entonces, por sorpresa, lo tuve claro. Ya tenía un rostro que ponerle al dichoso mote. La gutapercha.