Los primeros conductores comenzaron a pasar por el lateral del Paseo de Canalejas en torno a las 20 horas de ayer, después de terminar las labores de asfaltado. :: MIGUEL GÓMEZ
CÁDIZ

Los vehículos pasan al fin por la avenida del Puerto tras tres años de obras y estrecheces

El corte de tráfico de la Cuesta de las Calesas en las horas previas provocó retenciones en el Campo del Sur y San Juan de Dios

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Si el aleteo de una mariposa es capaz de provocar un terremoto en la otra parte del mundo, qué no será capaz de hacer el corte de una avenida en una ciudad con una configuración tan especial como la de Cádiz. Si no que se lo pregunten a los conductores que al mediodía de ayer pretendían entrar al centro de la ciudad. El corte de las Cuesta de las Calesas para preparar la reapertura de la avenida del Puerto se saldó con desesperaciones al volante y tráfico denso a la entrada de las Puertas de Tierra y el Campo del Sur. Dosis de paciencia que tuvieron que emplear los gaditanos hasta la caída de la tarde. Fue entonces cuando el acto oficial a pie de asfalto dio paso a los primeros coches en la avenida del Puerto, tras casi tres años de sequía.

Ese es el tiempo que han tardado las obras de ampliación del aparcamiento subterráneo de Canalejas. Durante ese tiempo, el baipás por el interior del Muelle salvó la distancia de la plaza de San Juan de Dios a la de las Tortugas. Un recorrido improvisado que a las 8 de la tarde de ayer quedó clausurado para devolver el protagonismo a la avenida de cuatro carriles.

«Es una obra muy importante que contribuirá a convertir la plaza de San Juan de Dios en el vestíbulo de la ciudad», puntualizaba ayer la alcaldesa, Teófila Martínez, en el acto de inauguración. No estuvo sola, los tenientes de alcaldesa José Blas Fernández, Ignacio Romaní y Evelio Ingunza también estuvieron en la apertura de este tramo, que es «muy importante para la ciudad».

Tan relevante que uno de los conductores que estrenaba la avenida le hacían señas de «ya era hora». Martínez justificaba la tardanza momentos antes: «Era una obra que había que hacer. Tenía la complicación de trabajar por debajo de la cota cero del mar, por lo que algunos podían entender que eran unos trabajos con un importante deterioro político. Pero lo que a nosotros nos interesaba era la mejora de la ciudad».

Las últimas molestias

Antes de que llegara el momento de que los primeros coches pasaran por la avenida -un Audi A4 rojo en dirección a la plaza España fue le primero en inaugurarla-, a los comerciantes y vecinos de la zona aún les quedaba por soportar el último obstáculo: el asfaltado y señalización de los alrededores del tramo a inaugurar. El corte de la Cuesta de las Calesas originó complicaciones para los conductores que intentaron llegar hasta el centro. Las inmediaciones de las Puertas de Tierra en dirección la Campo del Sur y la calle San Juan de Dios en la misma dirección se colapsaron al mediodía con un tráfico denso.

Giovanni Ensabella lo confirmaba con su taxi aparcado cerca de la plaza de las Tortugas: «La situación en el Campo del Sur está complicada tirando a mal. Pero menos mal que van a abrirlo ya porque aquí se formaban caravanas hasta la altura de la Alameda». Juan Bello y Eloy Navarro tampoco veían la hora de la apertura. Tanto el primero (del Bar Lucero) como el segundo (de Prensa y Revistas Lucero) venían a decir lo mismo: que se han notado mucho estos tres años de obras y ayer en especial, porque al estar todo cortado no hay público.

Eloísa Sanz, de visita en la ciudad, también se mostraba molesta con los últimos retoques. «Llevo más de un cuarto de hora esperando el autobús», explicaba, indignada, en la parada del Museo Litográfico. No era la única. Más de una decena de ciudadanos esperaba a los autobuses urbanos y metropolitanos que no terminaban de llegar. Y es que todos los que pasaban por la Cuesta de las Calesas se vieron obligados a variar su ruta.

Molestias que quedaron todas solucionadas al filo de las 20 horas. Atrás quedaban casi tres años de baipás que se reducen en una lógica aplastante: «Para poder disfrutar las obras, antes hay que sufrirlas», como puntualizaba resignado Ensabella. Por ahora, este sufrimiento se acabó. Ahora es el turno de levantar San Juan de Dios. Ya lo vaticinaba ayer la alcaldesa: «Las obras comenzarán en breve».