LA HOJA ROJA

RECLAMOS PARA PÁJAROS

A una semana de comenzar el curso aún tiene tiempo de evitar el síndrome postvacacional y de animar a sus hijos con que la vuelta al cole no es más que volver a ver a los 'amiguitos'

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No hace falta que se cuelgue un sambenito que diga «Yo tampoco fui al concierto de Alejandro Sanz». Somos muchos los que no vamos esta noche a Alcalá, tal vez porque hace tiempo que se agotaron casi todas las entradas -digo casi, porque esta semana se anunciaba a bombo y platillo que se acababa de vender el aforo completo- o simplemente porque está usted inmerso en eso que los psicólogos llaman «un malestar transitorio y breve» pero normal. Sí, hombre. Usted lo ha padecido, no lo niegue. Aunque, como somos de la generación que fue al colegio sin adaptación horaria, a pelo cada quince de septiembre y cargados como mulos, con mochilas más ortopédicas que anatómicas, pues resulta que no nos atrevemos a llamarlo depresión postvacacional, que es como la vida moderna denomina a esos primeros días en los que uno sueña con que un Armagedón entra por el nuevo puente, llega hasta su oficina y ¡ea! hasta luego, Lucas. Qué le vamos a hacer. Suerte que tenemos, porque a los que fueron al ambulatorio a pedir la baja por depresión, les salieron con el argumento de que la irritabilidad, el insomnio y la ansiedad se curan con las cápsulas de Pollyana. Eso por lo menos es lo que dicen los expertos, que recomiendan volver al trabajo una actitud positiva, dedicar tiempo para el ocio a diario, valorar el hecho de tener un empleo y acordarse de todos aquellos que no han tenido vacaciones porque no tienen donde reincorporarse. Mire usted qué bien. Que quien no se consuela, es porque no quiere.

Porque no quiere, o porque no ha encontrado todavía con qué consolarse. Se me ocurren muchas barbaridades. Por ejemplo, la colección de fascículos 'Descubre la naturaleza y los pájaros' que cada semana nos ayudará «a reconocer e imitar el canto de los pájaros que habitan en nuestros bosques». Bueno, dirá usted, reconocer a los pájaros y pajarracos que habitan por aquí es bastante fácil, y lo de imitarlos tampoco es muy difícil, no se crea. Con cada cuadernillo, por un módico precio de nueve con noventa y nueve (que son mil seiscientas pesetas, aunque no sea económicamente correcto acordarse) puede tener una selección de reclamos realizados en madera «según tradiciones ancestrales» -no es mío, es de la publicidad- que le ayudarán a imitar al cuco, al ruiseñor, a la alondra, al jilguero. total, son setenta entregas. Puede que acabe imitando al buitre, al cuervo, a la urraca, a la cotorra, al quebrantahuesos, al palomo cojo. En fin. Y además, le entregarán unos prismáticos y una estación meteorológica -muy útil, por cierto, con lo del cambio climático- si se suscribe. Piénselo, la colección le saldría por unos setecientos euros. Total, lo mismo que le va a costar la vuelta al cole de cada uno de sus hijos.

La FUCI, que no es una empresa de aire acondicionado, sino la Federación de Usuarios Consumidores Independientes, se ha dedicado a contar, céntimo a céntimo, lo que costará la vuelta al colegio en más de doscientos centros españoles, con la intención -sana, imagino- de conocer el impacto económico del inicio del curso escolar en las familias. Y parece que el impacto este, por culpa del incremento del IVA y de la subida de los carburantes -algo tendrá que ver- será un seis por ciento más caro que el año pasado. Libros, mochilas, materiales, uniformes, chándales -aunque sean del Decathlon, que valen lo mismo que los fascículos- zapatos. todo nos costará este año más que nunca. Eso sí, también existe la píldora Pollyana para la vuelta al cole. Fíjese. En Madrid y Cataluña, el gasto medio por niño superará los mil euros, mientras que en Andalucía -imparable-, por aquello de los libros gratis -y viejos- la cosa se queda en setecientos cuarenta y dos -me fascina la precisión de la FUCI-, con un ahorro de setenta y ocho euros con respecto a la media nacional. Si los multiplico por tres, casi me compensa comprarme el reclamo para pájaros.

Aunque para reclamos y pájaros -en la cabeza- ya está la Junta de Andalucía que de nuevo anuncia para este curso el reparto masivo de ordenadores portátiles a los alumnos de quinto de primaria -me vuelve a tocar, ya van dos- para que jueguen a lo de la Escuela Tic 2.0. Más de nueve mil quinientas aulas digitales tendrá este año el sistema educativo andaluz más imparable del universo, no sabemos cuántas aulas con goteras, cuántas no adaptadas para niños con discapacidades físicas, cuántas con verdaderas deficiencias de mobiliario y de estructura. No. Sabemos que hay un plan para fomentar el empleo de nuevas tecnologías de la enseñanza. Un planazo, diría yo. Pero no lo diré todavía, esperaré a que empiece el curso.

Mientras, a menos de una semana de que los Consejeros y Delegados nos digan que la jornada escolar ha transcurrido con normalidad, tiene usted tiempo de poner en práctica los consejos de la Sepeap y de la AEPap -no me pregunten- y evitar el trauma postvacacional a sus hijos transmitiéndoles una visión positiva del cole, con palabras suaves, mensajes alentadores del tipo «verás a tus amiguitos», «irás a la clase de los mayores», teniendo mucha paciencia, dándoles un baño relajante antes de dormir, sin exigirles mucho al principio -no mucho más que al final- y acompañándoles el primer día a la escuela para que se sientan respaldados. Nada que ver con la realidad.

Lo que hay que oír. Luego, cuando sean mayores, que se dediquen a la política. Así querrán tener siempre el bañito relajante, las palabritas suaves y los mensajitos positivos. Qué le vamos a hacer, si todos quieren la mejor parte olvidando que unos nacen gavilán y otros paloma. ¿A que al final me compro los reclamos para pájaros?