Algunos bañistas desoyeron la prohibición de meterse en el agua y los avisos de los vigilantes por megafonía. :: ÓSCAR CHAMORRO
CÁDIZ

Un rescate cada diez minutos

La bandera roja no se izaba en las playas de Cádiz desde el año 2000, cuando se produjo un vertido en Santa María del Mar Los servicios de salvamento en las playas auxiliaron el lunes a una veintena de personas

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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A las cinco de la tarde del lunes, los 'walky talkies' de los vigilantes de las playas de Cádiz echaban humo, mientras se izaba en las garitas la bandera roja que prohibía, por primera vez en diez años, el baño en el agua.

La tarde fue frenética, sobre todo entre las 16 y las 19 horas, cuando las peticiones de auxilio comenzaron a un ritmo de un rescate cada diez minutos. La mayoría, por bañistas que habían sido arrastrados por la resaca y que corrían el riesgo de ahogarse. Había mucha mar de fondo y la marea tiraba hacia adentro con fuerza en remolinos y olas capaces de tumbar al nadador más fornido.

En el momento más álgido, los vigilantes de la compañía Arasti Barca -concesionaria de este servicio de playas- llegaron a sacar del agua a una veintena de personas que por sí solas no podían, y hasta los responsables de atender a los bañistas discapacitados en la playa de la Victoria, tuvieron que ponerse manos a la obra en las labores de rescate, porque sus compañeros no daban abasto.

Cuando la bandera roja y los altavoces de megafonía anunciaron que se prohibía entrar en el agua en todas las playas, la inmensa mayoría de los bañistas se salieron del baño. Sin embargo, no faltaron los que desoyeron el aviso y se lanzaron al mar, confiados quizá en que las olas no eran para tanto.

En general, no hubo que lamentar incidencias graves. Es decir, no se le tuvo que reanimar, ni realizar la respiración asistida a ninguno de los que fueron atendidos. Sin embargo, algunos rescates entrañaron un auténtico peligro tanto para quienes necesitaban ser auxiliados, como para los propios vigilantes que tenían que enfrentarse a un gran oleaje y una intensa mar de fondo.

Fuera del horario de vigilancia

Sólo uno de estos imprudentes sufrió heridas de bastante consideración: un chico de 18 años que se lanzó al mar cerca del espigón derecho de la playa Santa María del Mar, y al que las olas lanzaron contra las piedras. El joven se golpeó en la cabeza contra una roca, y comenzó a sangrar de manera alarmante. Al ser más de las ocho de la tarde y debido al adelantamiento del cierre de los servicios de playa, ni los servicios de vigilancia, ni el botiquín estaban operativos, así que el herido tuvo que esperar una ambulancia del 061, que lo trasladó de urgencias al Hospital Puerta del Mar, según el primer pronóstico, con una brecha en la cabeza. Sin embargo, según fuentes del SAS, fue dado de alta tras ser atendido.

A diferencia de la bandera amarilla, que se iza o se retira bajo el criterio de los propios vigilantes en las garitas, la alerta roja en las playas debe ser aprobada por el coordinador de Protección Civil y por el de Policía Local. Por eso, su uso es tan limitado y escaso. De hecho, la última vez que se recurrió a la bandera roja, según fuentes del Ayuntamiento, fue en el verano de 2000, debido a un vertido en la playa de Santa María que desaconsejaba el baño.

El lunes, la culpa de que se volviese a prohibir entrar en el agua la tuvo la Naturaleza. Aunque no el viento, ni siquiera la fuerza con que rompían las olas. No en vano, el Levante soplaba ayer con más velocidad que el día anterior y el mar parecía más embravecido y no fue preciso izar de nuevo la bandera.

Mar de fondo

El problema se ocultaba en el tipo de mareas, ya que durante toda la jornada del lunes -pero sobre todo por la tarde- se produjo lo que se llama 'mar de fondo': un tipo de oleaje mucho más peligroso, no sólo porque la resaca adquiere más fuerza y puede arrastrar a una persona sin que pueda defenderse; sino también por lo engañoso que resulta para los bañistas, pues las olas de este tipo de mareas apenas rompen, parecen más suaves y no son tan agresivas, lo que hace que muchos se confíen y crean que son inofensivas.

En la jornada de ayer, la frenética actividad de los vigilantes se relajó, aunque se mantuvo la bandera amarilla que precisa de la precaución de los bañistas a la hora de meterse en el agua. Aún así, apenas hubo rescates y fueron de escasa importancia.