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Nadie puede pretender escandalizarse de que se anuncie que se va a perseguir el fraude

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Yo creo que aquí tienen que cambiar algunas cosas, dijo el secretario. Verán, a propósito de esa noticia procedente del Reino Unido, según la cual el gobierno de ese país va a iniciar una campaña contra el fraude a la Seguridad Social, me he acordado de una cena de amigos en la que estuve hace sólo un par de meses. Permitan que me demore un poco en la descripción de los que estábamos allí. Había diez personas: seis hombres y cuatro mujeres. De unas edades que oscilaban entre los 43 y los 54 años. Todos, menos tres, licenciados universitarios. No voy a entrar en detalles personales porque, como digo, eran aproximadamente amigos. Pero, de los diez, sólo estábamos trabajando tres.

Lo que me llamó la atención fue ese dato. Una tiene un taller de restauración de muebles (que comparte con una amiga), y según dijo apenas saca para pagar el alquiler, los impuestos del local y poco más. Luego estaba el secretario de ayuntamiento y yo, pergeñador de columnas. El resto: dos estaban cobrando el paro, otros dos habían conseguido sendas pensiones vitalicias de unos 700 y pico euros por incompatibilidad con su anterior puesto de trabajo, o algo así (ambas por distintos tipos de alergias a determinados productos químicos propios de la profesión), otro llevaba varios meses de baja por problemas de espalda, otra tenía una licencia remunerada por estudios y el último había solicitado una excedencia para escribir.

El secretario se volvió hacia mí con los ojos a media asta y exclamó con desgana: «Aquí no la hinca ni Cristo» (disculpen la expresión que reproduzco fielmente por su efectiva plasticidad). Por supuesto, para cada cual su caso es único, pero a estas alturas y tal como están las cosas, nadie puede pretender escandalizarse porque se anuncie que se va a perseguir el fraude. El gobierno británico va a contratar agencias para que investiguen en las vidas privadas de los sospechosos. Se basan en que un tercio de las reclamaciones a la Seguridad Social son fraudulentas. ¿Es posible? ¿Creen que exageran? No sé, pero el propio primer ministro Cameron ha anunciado recompensas para los particulares que se animen a denunciar a sus vecinos y amigos. Qué miedo.

De momento, estamos hablando del Reino Unido, claro. Y allí la campaña no ha caído mal. A la mayoría le ha gustado la idea. Pero no me extrañaría que, en breve, Zapatero (o el que sea) anunciara aquí algo parecido. Son cosas que se ven venir, ¿no? Lo que sí resulta, en todo caso, sobradamente escandaloso es que no se persiga igualmente el fraude fiscal, cuya cuantía se cifra en decenas de miles de millones de euros. Un dato: se estima que casi el 90% de los que poseen fortunas de más de 10 millones de euros defraudan sistemáticamente a Hacienda. En fin, por supuesto que aquí tiene que cambiar algo, no me digan que no.