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GRAN OFERTA DE AGOSTO

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Si se aprueba la proposición, que eso dependerá de la benevolencia de los tribunales, los parados que no hagan cursos de formación serán sancionados. Es una forma de lograr que quienes no hayan encontrado ninguna ocupación se ocupen de algo. ¿Qué mejor que convertirlos en estudiantes, que es un oficio que debiera considerarse eterno, en vez de ser un trámite para obtener determinadas capacitaciones? Lo que pretende el Gobierno es que también los que no dan golpe, salvo el de llamar a todas las puertas, se ganen el subsidio con el sudor de su frente. Que no sea culpa de ellos esa desgraciada situación, sino de un pésimo planteamiento, le trae sin cuidado a quienes lanzan la oferta.

Hay que formar parados de provecho. Gentes que aunque no ganen un puñetero euro asistan a los cursos y actividades de motivación e inserción laboral desde el primer día que cobren las prestaciones. ¿Qué se habían creído? Hasta ahora, según la Ley de la Seguridad Social, los que perciben una prestación contributiva tenían que acudir a mirar los distintos ofrecimientos de trabajo, que generalmente venían consistiendo en ninguno. Los sabios legisladores de ese desastre y esa humillación que se produce cuando alguien quiere trabajar y no encuentra trabajo, están firmemente decididos a corregir la situación. Hay que procurarles una formación adecuada a los que no van a hacer nada.

Cuenta la leyenda, no confirmada porque no quedan testigos, que cuando sus discípulos visitaron a Sócrates, en vísperas del mal trago que suponía beberse la cicuta, le encontraron aprendiendo un son de flauta. ¿De qué te va a servir, si mañana estarás muerto? le preguntaron. «De saberlo, cuando me muera», cuentan que respondió.El salario mínimo in terprofesional también hay que ganárselo y el saber no ocupa lugar. Por el contrario, los parados ocupan mucho sitio en las colas.