El vicario intentó calmar los ánimos de los manifestantes. :: E. LINDBERG
CÁDIZ

Los trabajadores del Hospital San Juan de Dios se encierran en el Obispado

Reivindican el pago de sus nóminas y el respeto a la antigüedad en sus nuevos contratos con la Fundación Gerón

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Rodeados de velas a la Virgen del Carmen y de un Vía Crucis de azulejos holandeses, los trabajadores del Hospital San Juan de Dios purgaban su propia penitencia. Allí, en otro hospital -el de Mujeres- hoy convertido en Obispado, los empleados reivindicaban lo que consideraban que es suyo con un encierro que empezaron ayer y que alargarán «hasta que se encuentre una solución a su problema». Piden que se les paguen sus nóminas de julio, pero su conflicto es mucho más intrincado que el pago de una mensualidad.

Y es que el culpable de su desesperación es su situación entre dos aguas: el Obispado y la Fundación Gerón (institución que se hará cargo del hospital y residencia geriátrica cuando abra). Una encrucijada en la que se encuentran desde hace un mes. Ese es el tiempo que hace que les venció el Expediente de Regulación de Empleo al que se vieron sometidos los 49 trabajadores que ayer se encerraron. Tras vencer el ERE, los empleados de la residencia volvieron a estar legalmente contratados por el Obispado. Para esa fecha -principios de julio- ya debería haber estado terminado el Hospital de San Juan de Dios.

Pero no lo estaba, por lo que obtuvieron «el compromiso del Obispado de que la Fundación Gerón se haría cargo del pago de las nóminas hasta que abriera el geriátrico y hospital», según explicó ayer Pepa Ordóñez, presidenta del comité de empresa. Según la representante, la Fundación les puso una condición para cobrar sus nóminas. «En lugar de ofrecernos una subrogación de nuestro contrato, como nos prometió el Obispado, nos dijeron que nos pagarían las nóminas si firmábamos un nuevo contrato con diferentes condiciones laborales y sin respetarnos la antigüedad. Nos negamos y ellos nos dijeron que entonces no nos pagaban las nóminas», explicó indignada Ordóñez.

Fue en esa tierra de nadie -siendo aún empleados del Obispado y a punto de integrarse en la Fundación Gerón- cuando decidieron dar la vuelta a la tortilla y presionar ellos también, como explicaba otra miembro del comité, Ángeles Rico.

Los 49 empleados (formados por enfermeros, limpiadores o auxiliares de enfermería) se quedaron ayer en el patio central del Hospital de Mujeres. Allí, con sillas de playa, a la intemperie y con sus hijos, esperarán una solución que esperan que llegue hoy. Ese el tope que les ha dado el vicario general de la Diócesis, Guillermo Domínguez Leonsegui para darles una respuesta. «Dios quiera que sea positiva», suspiraba resignada Ordóñez.